Sé desde hace meses que él entró en tu vida y que de ahí no va a salir. Que un día volveré a casa y tú ya no estarás ahí para abrirme la puerta. Que un día dejaré de oír la palabra «cariño» de tu boca. Que en un futuro, no sé si lejano, te hará perder tanto la cabeza que tal vez ni te acuerdes de mi.

Aún recuerdo cómo empezó todo. Me llamaste para decirme que tenías algo muy importante que contarme y elegiste con mimo las palabras para hacerme el menor daño posible pero no pudiste evitar que mis lágrimas brotaran, queriendo huir de esta pesadilla. Tenía mil preguntas pero era incapaz de formular ninguna, ni siquiera la que más me ardía por dentro. Ahora que conozco la verdad me gustaría echar el tiempo atrás. Si ese día te hubiera prestado más atención, si te hubiera preguntado, si me hubiera quedado contigo tal vez nada de esto hubiera pasado. Pero ahora solo podemos y debemos mirar hacia delante. Yo no me voy a ir, me voy a quedar luchando por los dos, aún sabiendo que lo nuestro tiene fecha de caducidad. Porque quien dijo por primera vez eso de que «las cosas pasan por algo» estaba en lo cierto. ¿Y sabes cual es el motivo de todo esto? Demostrarte que te quiero y tener la oportunidad de recordarte día a día que me has hecho mejor persona. Y aunque todavía no te has ido, quiero que sepas que cuando el cáncer decida que es el momento, mi vida no se la va a llevar con él y tu recuerdo tampoco. Te quiero papá.