Tórtolas de los ríos, liebres del campo, cochinillos de ciudad castellana, corderos manchegos, rebecos del sur, galgos de alguna parte, gorriones de los jardines, cerdos en las explotaciones, toros en los corrales para capeas, bolas de fuego, lanzas y plazas y espadas, terneras de las dehesas encharcadas, hormigas rojas de todas partes, cangrejos y truchas de una orilla, monos gibraltareños, lagartijas vietnamitas, tucanes peruanos, tigres bengalíes, potrancas de ciudad y de pueblo, gatos blancos y gatos negros, hámster abandonado, perrita pariendo tras unas rocas lloviendo a cántaros, serpientes vivas para el turismo, zorras buscando a sus crías, podencos que ya no cazan, cabestros que aguardan, vacas allí, allá, perdices en el monte, conejos de paseo, sapos en el agua, ranas verdes y ranas rosas, ovejas que balan como cantantes, cabritos que tienen miedo, gallos y gallinas que sospechan, asnos que tienen dolor de pies, y caballos de mirada grande y noble, de piel brillante, de intenso aliento.

Faltan casi todos, pero casi todos saben ya lo que les puede ocurrir en cualquier parte, en un día de fiesta.

María Francisca Ruano **

Cáceres