Dice el refranero español, «del dicho al hecho hay un gran trecho», y es cierto. Ese gran camino que existe entre lo que se promete y lo que se hace, ese sendero difícil de recorrer, cada uno por sus circunstancias, es lo que separa al presidente Vara de prometer ante los extremeños, en el debate de investidura, que sería exigente con el Gobierno de Pedro Sánchez para que se atendieran las necesidades de Extremadura, de su postura actual haciéndose «el sueco» ante el quebranto económico que supone retener el dinero que se debe a nuestra comunidad autónoma y a nuestros ayuntamientos.

Con la justificación de que el Gobierno está en funciones, el bloqueo político ha pasado a ser bloqueo económico en una clara intención electoralista de introducir la creencia de que las elecciones son necesarias. Sin embargo, esto de estar en funciones se utiliza ahora no, ahora sí, al antojo del diseño de la estrategia monclovita de Sánchez. Lo mismo se proyectan los viernes sociales para lo cual no importa la situación del Gobierno, que dejan de pagar lo que se debe a las comunidades autónomas apoyándose en un informe inexistente. ¿Es que acaso no consideran social este dinero que sirve para cubrir las necesidades básicas de los ciudadanos?

El hecho es que a Extremadura nos deben 240 millones euros de la financiación autonómica y esa deuda es la que debería reclamar el presidente Vara, porque así lo prometió y porque no estamos en situación de no hacerlo. Los datos socio-económicos hablan por sí solos y lo que menos necesitamos es un chantaje económico que asfixie aún más a nuestra región.

Pero en lugar de ello, se dedica a los dichos, lo suyo es el discurso, no la acción. Puede leernos un decálogo de promesas en el Día de Extremadura, pero no parece estar dispuesto a recorrer el camino que lleva a la exigencia inmediata al Gobierno del abono de esos 240 millones. ¿No debería haber empezado su discurso por ahí, por exigir el pago inmediato de la financiación autonómica? No ha sido así, prefiere guiarse por la táctica planeada.

Es la pura impostura de algo que, aunque dijo que lo haría con palabras, sabemos que el hecho no llegará nunca.

* Ingeniera agrícola y diputada del PP