A quien conozca la carrera del vicepresidente de EEUU, Richard Dick Bruce Cheney (Lincoln, Nebraska, 30-1-1941), no le sorprenden las informaciones de sus negocios sucios relacionados con Halliburton, la poderosa empresa de la que fue consejero delegado, hasta que accedió al cargo actual, y que está en la lista para la reconstrucción de Irak, en cuanto sea debidamente destruido. En una exhibición de cinismo, Cheney define aquella época como "una gran historia de éxito". Veamos.

En su etapa de secretario de Defensa de Bush padre en la etapa de la guerra del Golfo (año 1991), Cheney estableció contactos importantes para su futuro empresarial. Cuando fichó por Halliburton en 1995, ésta y sus compañías filiales (la Brown & Root, principalmente) se erigieron en clientas aventajadas del Pentágono. Todo lo que se entiende por logística e intendencia (desde los barracones al cátering) de los soldados estadounidenses desplazados por el mundo tiene el sello de Halliburton. Y eso que alguna de sus facturas, como la referida a Kosovo, es la más cara de la historia militar norteamericana. Por cierto, ya siendo vicepresidente, el Pentágono ha encargado a Brown & Root la provisión de servicios a la Armada y al Ejército.

La historia de éxito de Cheney se completa con la aún pendiente acusación de fraude contable de cuando estuvo al frente de Halliburton.