Los socialistas no abandonan el socialismo. O, en versión española y dicho por la vicepresidenta del Gobierno, «los socialistas no abandonan el PSOE». Hay mucha diferencia entre lo uno y lo otro, evidentemente, pues no es lo mismo abandonar el socialismo que abandonar el PSOE. Y abandonar el PSOE --no se sabe si también el socialismo-- es lo que ha hecho Soraya Rodríguez, la que fuera portavoz del partido en el Congreso desde 2012 hasta de 2014. Así pues, ha hecho bien la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, en diferenciar lo uno de lo otro, ya que una cosa es el socialismo tout court y otra muy distinta el socialismo español. Aunque, a decir verdad, Calvo no ha diferenciado nada, sino que se ha limitado a reprochar que la exportavoz Rodríguez haya abandonado el PSOE, o, más exacto, el actual socialismo español. ¿O acaso no hay también diferencias entre el PSOE y el actual socialismo español?

Demasiadas, seguramente. Pero la diferencia principal, y la que hoy interesa, es la de la exportavoz Rodríguez con respecto a la dirección actual del partido a propósito de la política que mantiene con el separatismo catalán. De ahí el abandono. Se trata de una «discrepancia profunda con el partido por su relación con el independentismo», ha explicado. Pero otro sería el motivo, según la vicepresidenta del Gobierno. El motivo sería que Rodríguez no está incluida en las listas electorales europeas. Y la exclusión se justificaría por las críticas a su grupo parlamentario («no comparto que la mayoría de la moción de censura sea una posibilidad para sostener un Gobierno socialista»), por el enfrentamiento con la dirección del partido («depender la gobernabilidad del país del independentismo tendría consecuencias negativas para la democracia») y por haber sido partidaria de Susana Díaz frente a Pedro Sánchez cuando ambos aspiraban a la secretaría general del partido.

Pero siempre es más fácil decir que Rodríguez ha abandonado el PSOE porque prefiere ser de Ciudadanos, cuando es el actual socialismo español, renuente a las críticas internas, el que la ha abandonado a ella. Es la gran y última diferencia.