El asalto de unos piratas al barco atunero español Playa de Bakio en aguas internacionales, concretamente a 230 millas de la costa de Somalia, debe tener una doble respuesta, diplomática y militar, por parte de España, cuyo Gobierno tiene la obligación de intervenir para liberar a los 26 tripulantes del buque, 13 de ellos españoles, y poner a disposición de la justicia a los autores del abordaje ilegal y violento.

En el terreno diplomático, es importante que España cuente con el apoyo de potencias amigas --especialmente, de Francia, a la que ya se le ha pedido, y de Estados Unidos, cuya presencia militar es importante en la zona--, así como de Somalia, país que se encuentra en manos de los señores de la guerra y que carece --enfermedad política demasiado común en Africa-- de lo que con propiedad podríamos llamar un aparato del Estado.

En cuanto a la presión militar, debe supeditarse al objetivo prioritario, que es, evidentemente, devolver la libertad a los pescadores secuestrados y hacerlo sin que haya que lamentar daños personales. Por eso el recurso a la fuerza armada, que para algunos sería el primero y sin embargo debe ser el último, tiene que estudiarse con sumo cuidado. De momento, España ha enviado a la zona la fragata Méndez Núñez, que tardará dos días en llegar, en una operación denominada de "carácter disuasorio".

En el ambiente de este suceso y lo que le rodea flota, no obstante, el desenlace de un secuestro anterior, el del barco de recreo francés Le Ponant, el pasado 4 de abril, cuyos 30 tripulantes fueron liberados una semana después tras el pago de un rescate. Este hecho no impidió que helicópteros franceses persiguieran en tierra a los piratas y que alcanzaran a detener a seis de ellos, que fueron llevados a Francia, donde actualmente penan en la cárcel. El Gobierno de París desplegó en esa crisis un gran operativo militar.

Las guerras y el hambre han hecho que antiguos pescadores somalís se dediquen ahora a la piratería, en un área marítima que las autoridades del país no son capaces de controlar, como en esta ocasión. Eso exige nuevas medidas que puedan garantizar el respeto por el derecho internacional y las actividades pesqueras en esas aguas. Desgraciadamente, el caso del atunero español es unos más de los muchos que se producen en la zona. Solo en el año 2007 se registraron 263 ataques de piratas a barcos de todo tipo que navegaban por esas aguas. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, quiere llevar al Consejo de Seguridad de la ONU alguna propuesta que garantice la seguridad de los barcos ante la imposibilidad de que las autoridades de Mogadiscio, dada la situación política que reina en el país, impongan la ley. Es una iniciativa en la buena dirección, pero que llega tarde para los tripulantes del Playa de Bakio, que están viviendo una situación difícil y cuya suerte va a tener en vilo a la sociedad española durante los próximos días.