Este viernes volvía a salir humo de un tren Madrid-Mérida-Huelva en la estación de Calañas (Huelva), y el día anterior, en jornadas de agua, los convoyes Badajoz-Villanueva de la Serena-Puertollano tenían goteras que en algún caso salían de los monitores de información y mojaban asientos y pasillos.

El tren se ha convertido en la asignatura urgente y pendiente de Extremadura por el increíble aumento de incidencias, y ello en paralelo a la mejora de los servicios ferroviarios en prácticamente todas las comunidades con la construcción de líneas de alta velocidad sobre las que circulan varios tipos de trenes, no solo AVE, también Alvia o Avant, que ponen una larga lista de capitales de provincia a menos de tres horas de Madrid.

Ver la diferencia en calidades y tiempos de viaje, y la indignidad de cosas que ocurren en un corredor europeo de transportes como es el Madrid-Talavera-Monfragüe/Plasencia-Cáceres-Mérida-Badajoz y su continuación futura a Lisboa, está enervando a una sociedad extremeña siempre paciente y prudente pero que ha encontrado en redes sociales y medios de comunicación una plataforma donde estallar y reclamar la modernización de un servicio ferroviario que se quedó varado en los años 80, sin apenas inversión en mantenimiento y mejora.

En ese panorama, con reflejo en los medios de comunicación extremeños y amplios reportajes en el exterior como ha ofrecido esta semana el Intermedio de La Sexta, se ha convocado tras el «puente de la vergüenza», el del Pilar, una reunión del pacto por el ferrocarril este lunes 22 sobre la que se han formado nubes muy oscuras que no hacen presagiar nada bueno.

El PP se apresuró a emplazar a una manifestación en Madrid con fecha y todo, el sábado 17 de noviembre, prácticamente aniversario de la que llevó a 40.000 personas a la plaza de España de la capital nacional, e incluso ha llevado ya mociones a municipios y diputaciones pidiendo dinero para poner autobuses. El presidente de la Junta, Fernández Vara, se ha mostrado también a favor de una manifestación pero convocada dentro del pacto por el ferrocarril, y días después su partido ha dicho que llevará una propuesta de movilización pero sin desvelar cuál.

Los nubarrones vienen porque los periodos preelectorales no son precisamente los mejores para la unidad de acción de los partidos políticos. Cada cual intenta diferenciar su producto, intensifica matices y cálculos equilibrados.

Es bueno que la sociedad y sus expresiones política (partidos) socioeconómica (empresarios y sindicatos) e institucional (diputaciones, federación de municipios), incluidas en el pacto por el ferrocarril, mantengan la presión sobre el gobierno central de turno para que se sostengan y aceleren presupuestos y trabajos para recuperar tanto atraso como llevamos, ya que aquí prácticamente nos hemos quedado anclados en un tren de escay de los años 70 y saltaríamos a la alta velocidad o velocidad alta directamente sin haber pasado por los Intercity.

Mañana se avecina un posible choque de Junta y PSOE con el PP, en el que ya no estará ni como testigo Podemos, en cumplimiento de la advertencia que en julio hizo su entonces líder, Álvaro Jaén --ahora lo es Irene de Miguel en esa bicefalia práctica que han aplicado--, de no volver a él mientras no se incluyera a movimientos sociales como Ruta de la Plata, Asociación de Amigos del Ferrocarril o Milana Bonita. Esta última está realizando una aportación extraordinaria al mantenimiento de la tensión social al recoger de forma centralizada en Facebook quejas e incidencias, aportadas una y otra vez por los usuarios del tren.

En cualquier caso la movilización social nunca es fácil y pasar de las redes sociales a la presencia real en la calle descuelga mucha gente por el camino. El pasado 7 de septiembre entre 10 entidades apenas reunieron a 100 personas ante la entrada del Teatro Romano de Mérida, y al día siguiente una manifestación por el tren en Madrid no llegó a las 1.000.

La sociedad civil exige unidad de los políticos, ¿la tendremos?