TDtigo tu nombre en nombre de los silencios de la noche. Digo tu nombre y salen a volar mil mariposas de los escondrijos más recónditos de mi ser. Digo tu nombre una sola vez para no volver a nombrarte en lo que me queda de vida. Digo tu nombre y acuden a mis manos las últimas caricias de una madrugada en vela, sin retorno ya desde el primer beso. Digo tu nombre y se hace verano en mí, se dibujan en mi pelo las caracolas que fuiste a buscar al fondo del mar para adornar las paredes de nuestra casa... digo tu nombre absurdamente, acurrucando en mis labios lluvias de lágrimas que están llenando océanos.

Digo tu nombre para que mires en mi interior y auscultes el latido de la fiera que aúlla dentro y araña las entrañas de los campos que sembraste a flor de piel. Digo tu nombre para ahuyentar las tormentas del desamor y esquivar los huracanes del olvido. Digo tu nombre porque es la única palabra que he pronunciado en años, porque no deseo esbozar más discursos ni manifiestos que tu nombre y porque así lo prometimos antes de que fueras a buscar estrellas de mar para adornar las paredes de nuestra casa.

Digo tu nombre y me callo para siempre, para que dejes de pertenecer a este mundo al que ya no volverás si no es en mi boca, enredado entre nubes de besos blancos y tatuado al terciopelo del melocotón en que convertiste mi corazón tardío. Digo tu nombre en vez de decir el mío porque se me ha olvidado a fuerza de tu ausencia y tus viajes hacia el infinito de mis miedos. Fue allí donde se diluyó toda posibilidad de salvación, donde nos invadió la pereza de una siesta y juntos nos hicimos verano para siempre remontando estaciones.

Digo tu nombre para sentir el fuego de junio, julio y agosto cuando trepábamos hasta los escondites de amaneceres insólitos; vuelvo a decir tu nombre para que me conmuevan los atardeceres de septiembre, octubre y noviembre, cuando tibios sobre el mimbre de una mecedora encendíamos la lumbre y así... aferrados nuestros cuerpos en un ritual de eternas ternuras nuestras desembocábamos en diciembre. Frío, Navidad e incertidumbre... Nos comemos una a una las uvas de la noche, soy una viña entera que me ofrezco a tu mano vendimiadora... soy ya todas y cada una de las letras de tu nombre.

XY NO QUIEROx pronunciarte más. Me desgasta tanta escarcha en la ventana de nuestra casa, tanto hielo en los huesos y tanto silencio cuando pronuncio tu nombre. Aún así digo tu nombre para que resuene en las paredes desnudas de enero, febrero y marzo, cuando los vientos azotan como el cuarzo y tus abrigos ya no dibujan inviernos en el ropero. Insisto en decir tu nombre hasta el desmayo para ver si la vida me alcanza hasta abril y mayo. Sí, tu nombre me alcanza, me traspasa y me hace calendarios en el alma. Me convierto en un triste matiz de almanaque, en infeliz encadenamiento de pespuntes en la comisura de los labios para evitar pronunciarte de nuevo.

Y consigo pronunciar tu nombre a pesar de la mordaza y la censura, a pesar de la impaciencia en mi cordura y esta indomable compostura que me obliga a borrar tu nombre en el mapa de mis días. Nada se parece tanto a la felicidad como decirte y pronunciarte, hacer salir tu nombre de mi boca en forma de racimo para comerme una a una todas sus letras y jugar contigo a hacer esto que hago... literatura, acariciar sus grafías y reposar sobre ellas mis fantasías.

Digo tu nombre una y mil veces sin reparar en el daño, sin refrenar el salto inmenso hacia el vacío que nos espera... aún así digo tu nombre y hago cuadros para el museo que nos prometimos en las paredes de nuestra casa. Permanezco fiel a la promesa de no olvidarnos el uno del otro aún en las asperezas de la convivencia, para ello subo cada día a la buhardilla donde se esparce como el polvo tu nombre y lo amontono con mucho cuidado en el rincón de nuestros afectos. ¿Recuerdas que prometí cuidarte? Cumplo cada día la encomiable tarea de limpiar tu nombre, dar esplendor a la habitación que acoge tus recuerdos, fijar carteles con tu candidatura, mi única y pendiente asignatura.

Digo tu nombre y me florecen adelfas en el pensamiento... Eres todo lo que tengo cuando ya no tengo nada. Mi cuerpo planetario. Sin ti, apenas soy un nombre que reverbera entre los muros de esta casa sin nombre. Solitario nombre que va y que viene a la espera de alguien que te nombre.

Insisto en este abismo y en perforar los profundos anclajes de esta casa por si vuelves, por si te decides a decir mi nombre y a llamarme "amor" como el día que te marchaste a recoger el agua de mi playa... Mientras tanto digo tu nombre.

*La autora es periodista