Si a Monago le das una oportunidad, la coge. Y si les das dos, las coge también. El líder del PP extremeño no se anda con remilgos y aunque sale pocos minutos al campo mediático, los aprovecha como puede sacándoles el mayor partido. El líder popular perdió las elecciones de 2015 después de una legislatura de gobierno, pero tras del oportuno luto (que le duro lo suyo) ha cogido carrerilla y se ha subido al tablero de juego de la política regional todo lo que le deja el presidente de la Junta. ¿Un minuto de gloria? Para adelante. ¿Dos? Para adelante también.

Esta circunstancia tiene un tanto preocupado a cierto sector del PSOE extremeño, el cual no teme al PP, pero sí en cierta manera a Monago. Los socialistas saben que en Extremadura nadie ha sido capaz de descabalgarlos del poder salvo este contrincante y si lo ha hecho una vez, lo puede hacer dos apenas se descuide el partido, el cual --dicho sea de paso-- no pasa por su mejor momento de unión y confraternización. En este sentido, sigue la tesis de que al líder regional del PP ni agua, que continúe muerto mediática y socialmente, que habían acabado con él en las urnas pero, de un tiempo a esta parte, lejos de irse a su casa o a un cargo de descanso, parece dispuesto a plantar batalla electoral como si fuera nuevo.

Sin embargo, esta postura choca de frente con la minoría que tiene el PSOE en el Parlamento y la imposibilidad de llegar a acuerdos con Podemos. La formación morada parece alejada de los socialistas al máximo. Álvaro Jaén y Guillermo Fernández Vara no se entienden porque el primero le tira piedras constantemente queriendo un protagonismo mayor del que le corresponde con 6 escaños y el segundo, con 30, sencillamente no quiere dárselo porque nadie a estas alturas, y con la que ha caído, va a venir a darle lecciones de izquierda al PSOE. Conclusión: Monago, con 28 diputados, se convierte sin más remedio en pareja de baile obligada, una compañía incómoda pero a la vez necesaria si se quiere tirar para adelante con determinadas actuaciones.

Tiene toda la pinta de que habrá acuerdo de presupuestos del PSOE y el PP junto con Ciudadanos aunque sea por medio de la abstención. Monago dijo en una entrevista en este periódico el domingo pasado que está por la labor de «no bloquear Extremadura» siempre y cuando se le ofrezcan garantías de que se cumple lo pactado y se siguen algunas máximas en cuanto a inversiones y no subida de impuestos. Mientras, Ciudadanos, con un único escaño, no hay que olvidarlo, respalda esa tesis constructiva para con la región. Sin embargo, no habrá acuerdo unánime como habría llegado a sugerir el propio Vara en pro de Extremadura. Podemos se comporta como el compañero díscolo y rebelde que no se aviene a razones y pinta de ilusorio y, a la vez, lleno de recortes el presupuesto presentado. Argumentos los hay, pero se observa por debajo un resquemor enemigo como antaño también tenía Izquierda Unida con el PSOE y al contrario.

El caso es que así están las cosas: mientras el PSOE no tenga nada que ver con Podemos, la alternativa indiscutible seguirá siendo el PP y, por ende, Monago, lo que tampoco quiere cierto sector del partido, más encaminado a la labor de alcanzar un acuerdo de abstención con los podemistas si éstos, al menos, se avienen a razones y entienden lo que representan.

Cabe el camino de la prórroga presupuestaria. Política y electoralmente el vendría mejor al PSOE, tirar para adelante con sus cuentas del año pasado y aquí paz y después gloria. Vara sacaría adelante su gestión sin tener que ceder parte de su protagonismo al PP y a Ciudadanos y, a la vez, vendería que éstos no quieren pactar ni negociar con él para sacar adelante Extremadura.

Sin embargo, la responsabilidad de gobierno se lo impide. Si hay una mínima posibilidad de llegar a un acuerdo y presentar unas cuentas acordes a las necesidades y coyuntura actual, no va a haber gobierno que se resista, por mucho que se lleve parte del mérito otro y por mucho que en el partido, en su seno interno, haya cabreados que siguen sin entender por qué se le sigue dando la mano a quien los mandó a la sombra de la oposición y llegó a humillarlos durante la pasada legislatura.