La salida de Alberto Oliart de la presidencia de Radiotelevisión Española no ha sido tan sorprendente, pero sí tan impetuosa, como su llegada y como muchas de las actuaciones que ha llevado a cabo en el tiempo en que ha estado al frente del organismo. El exministro de Defensa de Adolfo Suárez fue nombrado por consenso entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, que acordaron en noviembre del 2009 poner al frente de la televisión pública a un hombre respetado, sin experiencia alguna en el medio, condición que reconoció el propio designado, y de avanzada edad: 81 años entonces, lo cual fue oportunistamente criticado en algunos círculos periodísticos, que utilizaron esta excusa para mostrar su desacuerdo con el nombramiento.

Oliart ha jalonado su paso por la dirección de RTVE con diversos enfrentamientos con el consejo de administración de la corporación y se ha pasado un mandato tan corto --un año y ocho meses-- amenazando con dimitir. Su primer amago se produjo apenas a los dos meses de acceder al cargo y lo repitió dos meses después, siempre por discrepancias con el consejo sobre cuestiones como contratos o renovación de cargos, lo que son indicios de que no parece una forma muy adecuada de tomar las decisiones.

Finalmente, su dimisión, que Oliart justifica por razones personales y de salud, llega al día siguiente de que estallara un escándalo por la adjudicación directa del contrato de los servicios técnicos del programa ´La mañana de La 1´ a una empresa de la que es propietario uno de sus hijos. Es cierto que la oferta de la adjudicataria, TBS, era la más barata (1,2 millones por seis meses frente a 1,4 de la competidora, una firma participada por Mediapro), pero, al tratarse de una concesión directa por parte del presidente (hasta los dos millones no es necesaria la autorización del consejo), debería al menos haber informado, tanto por ética como por estética, al organismo. Oliart alegó ayer, de forma que no puede resultar creíble, que no sabía que su hijo estuviera en TBS.

La impetuosidad de la dimisión --dejó claro desde el primer momento que era "irrevocable" y con "efecto inmediato"-- plantea al Gobierno un problema a pocos meses de las elecciones. El PP ya ha insinuado que esta vez no habrá consenso y se abre la posibilidad de que se nombre a un presidente interino hasta la llegada del Ejecutivo que salga de las elecciones. El PP rompió con Oliart en abril del 2010 acusándolo de favorecer al Gobierno en los informativos, acusación que sonroja si se compara TVE con Telemadrid o Canal 9. Si algo es cierto, es que la TVE de la etapa de Zapatero ha sido la más plural. Con Oliart y antes de Oliart.