La dimisión de la concejal de Cultura de Plasencia, Lidia Regidor , abre una crisis en el gobierno de la ciudad cuyo desenlace va a poner a prueba la inteligencia política de la alcaldesa, Elia María Blanco . La escenografía utilizada por la concejal dimisionaria para hacer pública su decisión de entregar el acta, acompañada por los concejales Miguel López y Josefa Pérez , además de por el secretario socialista local, Juan Antonio Alvarez , no puede ser interpretada de otro modo que como la demostración de la fractura existente no sólo en el grupo municipal, sino en el propio PSOE de la ciudad, unos partidarios de Alvarez y otros de Blanco y de la Ejecutiva provincial. Fractura más descarnada a raíz de que se conociera el sonrojante episodio de los teléfonos móviles, que nadie ha sabido poner fin en el mismo instante en que surgió. A todos los citados les cabe la responsabilidad de apaciguar los ánimos y cohesionar las fuerzas que gobiernan el consistorio. Y hacerlo, además, cuanto antes. Los ciudadanos no merecen que su ayuntamiento sea campo de banderías antes que lugar en que se gestionan sus intereses vecinales. La singular composición política del ayuntamiento, que propició un gobierno socialista está, hasta ahora, siendo malgastada.