Juez

Entre todos estamos cargándonos la Tierra, como si no fuésemos conscientes de que no tenemos otra de recambio. Sólo los grafitos parecen darse cuenta del negro futuro: "Cuando hayamos quemado el último bosque y secado el último río, nos daremos cuenta de que el dinero no se come", dice uno. Lo he recordado a raíz del último juicio abierto (ya van tres) contra Puigneró por unos vertidos contaminantes presuntamente ocurridos en 1994. De nuevo se demuestra que los poderes públicos apuestan por criminalizar las conductas individuales en vez de apostar por una política preventiva que proteja nuestra maltrecha naturaleza. De poco sirve castigar a alguien cuando la recuperación de la vida del río es irreversible.