Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se han reunido una vez a la semana desde que en noviembre suscribieron el principio de acuerdo para un Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos (UP). Este dato es el mejor ejemplo de la discreción con que se están llevando las negociaciones políticas, una manera mucho más eficaz y lógica que el guirigay retransmitido en directo en que se convirtieron las conversaciones para la investidura presidencial, finalmente frustrada, de julio. A esta discreción ayuda que el foco esté fijado en las negociaciones entre el PSOE y ERC, pero también es fruto de la voluntad de ambos partidos de rectificar errores. La discreción no puede evitar, en todo caso, que los acuerdos sean públicos.

El método utilizado ahora es el que siempre tenía que haberse empleado: equipos negociadores para tratar los temas y, en caso de atasco, intervención de los líderes, que es lo que ha ocurrido con la reforma fiscal, para la que ya existe un acuerdo conseguido tras la intervención de Sánchez e Iglesias después de que los negociadores no cerraran el pacto. Un acuerdo sobre la reforma fiscal ya fue alcanzado por ambos partidos en los Presupuestos frustrados por la convocatoria de elecciones, pero había que replantearlo porque la situación económica ahora no es la misma que entonces. El acuerdo PSOE-Unidas Podemos para formar Gobierno puede suscitar todavía reticencias y oposición en algunas capas sociales, sobre todo entre los empresarios, y en los partidos de la derecha, pero es el único posible, más allá de maniobras de diversión y de ofertas demagógicas, por lo que hacen bien Sánchez e Iglesias en comprometerse personalmente, ya que España necesita un Gobierno cuanto antes.

Para que haya investidura y Gobierno, es imprescindible la abstención de Esquerra Republicana de Cataluña, que espera para decidir a que la Abogacía del Estado se pronuncie sobre la sentencia del tribunal de la Unión Europea sobre su líder, Oriol Junqueras. Como el escrito de la abogacía se retrasa --hay tiempo hasta el próximo el 2 de enero-- será imposible la investidura antes de fin de año y se trasladará a primeros del 2020. Sería deseable que fuera también cuanto antes para acabar con la incertidumbre.