Las sacrosantas encuestas le dan un disgusto por semana al PSOE. Las encargadas por sectores privados y las públicas. Parece una tendencia difícil de evitar: "una vez que la dichosa curva se cae --me decía un dirigente socialista-- ya no hay manera de levantarla". Y, así, el CIS certificaba este martes lo que han dicho otros sondeos aparecidos en medios de comunicación. ¿Efecto Alfredo Pérez Rubalcaba ? Me parece que ya se ha diluido. ¿Pasos positivos hacia el fin de la pesadilla ETA? Creo que los ciudadanos ya no confían y, en todo caso, el terrorismo está más o menos amortizado como problema para los españoles. Nada, ni siquiera una leve mejoría en la situación de ese ejército de parados --lo que tampoco me parece que vaya a ser posible a corto plazo--, podrá impedir el batacazo.

Y no es que José Luis Rodríguez Zapatero lo haga mejor o peor, que pienso que se ha equivocado en bastantes cosas y más aún a la hora de comunicarlas a la opinión pública: es que el péndulo indica cambio. Cambio es la palabra, es lo que la gente, harta de parches, quiere y lo que parece que va a propiciar dentro de ya no muchos meses.

Así que para mí, harto como estoy ya de que las encuestas me digan más o menos lo mismo cada semana, lo importante es cómo van a gestionar los maquinistas de ese cambio la situación futura: tengo para mí que Mariano Rajoy , ahora relativamente bendecido en las encuestas, tendrá que gobernar no con los nacionalistas, sino, de alguna manera imaginativa --muy imaginativa--, con los socialistas. Al tiempo me remito.