Siento no poder compartir la idea de aburrimiento que tienen los responsables de publicidad de la prestigiosa marca automovilística Mercedes-Benz, plasmada en un anuncio de uno de sus últimos modelos. En dicho anuncio aparece un niño asistiendo a un recital de piano, en primera fila, con una actitud clara de tedio y falta de interés. Aparte de sus evidentes gestos de disconformidad ante la situación, se observa que la criatura está rodeada de personas de mediana edad, por lo que se quiere dar a entender que el protagonista de la secuencia se halla inmerso en un ambiente inusual y desconocido, por no decir extraño. A continuación nos dejan entrever una serie de circunstancias que provocan aburrimiento, en contraposición al estado de diversión que experimentaríamos si adquiriésemos ese automóvil.

Señores publicitarios, gracias por ponernos las cosas más difíciles todavía. Soy profesor en un conservatorio de música y llevo varios años enseñando música a mis alumnos con ilusión. Cuando se emiten este tipo de alegorías por la televisión, el medio de comunicación más accesible para un niño, no puedo sentir más que frustración e impotencia. Este tipo de mensajes demuestra que España es un país antimusical. El estado de la educación musical no es bueno y existe mucha incultura musical. No por ello hay que deprimirse. Aún queda mucho por hacer. Conozco a muchos profesores de Música entregados y dispuestos a sacrificarse para que sus alumnos, la mayoría niños de corta edad, salgan adelante. En la era actual, donde hay tantas diversiones en forma de telebasura, teléfonos móviles, Internet, cultura de la imagen, videojuegos que atrapan sin escrúpulos a tantos niños y adolescentes, el estudio de un instrumento musical requiere mucha paciencia y esfuerzo desde el principio, no pudiendo competir con estas formas de diversión.

La enseñanza musical debe ser complementada con la asistencia a conciertos y recitales, y es nuestra labor, el de padres y profesores, convertirla para ellos en actividad lúdica, en fuente de placer. Por favor, no la alimentemos con falsos prejuicios como el del aburrimiento. FERNANDO AGUNDEZ OSO. Cáceres