Tendremos nuevo Gobierno en España, y el presidente y sus ministros espero que no harán lo que en cierta ocasión dijo el ruso Nikita Jrushchov: «Los políticos siempre hacen lo mismo: prometen construir un puente aunque ni siquiera haya río».

Gobernar es obra de la inteligencia y voluntad dirigida por la prudencia, no lo olviden los que gobiernen, y no de vanas promesas, como hacen algunos vendedores de detergentes que prometen que son sus productos lo mejor de lo mejor. Un gobierno, sus ministros, pueden cometer torpezas, por la harta carga de debilidad que llevamos todos, pero no cometer la gran torpeza de mentir con vanas promesas al ciudadano. Si el nuevo Gobierno nos habla de que será de progreso y más progreso, habrá que decirle la copla de Tirso de Molina, en Palabras y plumas. «Deje palabras quien ama, que sin obras todas vuelan; porque palabras y plumas dicen que el viento las lleva». Y un presidente y sus ministros en el gobierno también deben de recordar que tanto valen las cosas en cuanto se adaptan a su fin: el pincel para pintar, las tijeras para cortar y un gobierno para servir al bien común de los ciudadanos en las innumerables cuestiones que plantea la convivencia humana, y no gobernar para sus intereses personales o de partido.

Porque al final de su gobierno tendrán la aridez de la roca y la infecundidad del desierto, por sus vanas promesas.