Hace casi dos años de la muerte de mi padre. Siempre es doloroso que se te muera una persona querida, pero es ley de vida y no nos queda más remedio que aceptarlo con resignación. Mi padre tenía un móvil personal. Al fallecer, mi madre fue a una agencia de la compañía en la que había contratado el aparato para que lo dieran de baja. Por lo visto, las empresas de telefonía móvil no entienden bien eso de dar de baja a un cliente, porque hasta ahora a mi madre le han estado enviando una factura mensual --lo cual yo desconocía-- que ella llevaba a la misma agencia para que liquidara el tema de una vez. La sorpresa me la llevé cuando el sábado pasado mi madre, llorando, me enseñó una carta de una empresa de gestión de cobros en la que le "brindan la oportunidad" de cancelar una deuda de 31,32 euros "amistosamente". Pero lo más doloroso e indignante fue la llamada que recibió mi madre amenazándola con inscribir a su marido en el registro de impagados. Señores de las empresas de telefonía móvil: cuando un cliente quiere darse de baja significa que pretende exactamente eso, y así se debe hacer, siempre y cuando esté cancelada la cuenta. Señores de las empresas gestoras de cobro: averigüen, antes de acosar a nadie, las circunstancias en que se encuentra. Se me revuelven las entrañas ante sus métodos despóticos y caciquiles. Por tanto, les conmino a que me envíen una carta de disculpas en la que se me informe del importe pendiente de pago que hay, si lo hay, debidamente justificado, y en la que se me asegure la baja de servicio, para así dejar en paz la memoria de mi padre.

Sergio Toca Moreno **

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