El mismo día que el padre de Marta del Castillo se entrevistaba con el presidente del Gobierno, una pequeña noticia llamó mi atención de forma casual; hablaba del juicio contra Fernando García, padre de una de las tristemente conocidas como niñas de Alcásser .

A medio camino de estas dos historias se encuentra Juan José Cortés, el padre de Mari Luz, convertido en símbolo de una reivindicación ciudadana que no entiende que crímenes atroces puedan desembocar en la reinserción social dentro de quince años.

Fernando García ocupó en su momento el lugar mediático que lamentablemente ahora tiene nuevos protagonistas. Seguramente aquel padre de esa chica de Alcásser cometió errores o se excedió en su intento de buscar justicia. Sin embargo, me queda la sensación de que su ímpetu se fue apagando al ver que las leyes no se cambian de cualquier forma; ni siquiera con las firmas necesarias.

Me queda esa sensación de que el sistema establecido escucha y abraza momentáneamente frente a los flashes periodísticos... pero que pasado el tiempo, devora ese ímpetu al tiempo que la gente va olvidando esas historias repletas de dolor.

En el fondo pienso, sin dejar de ser solidario con estas familias, que no se pueden cambiar las leyes en función de lo que un dolor en carne propia pueda pedir a gritos.

Lo que me parece el colmo, es que haya políticos y periodistas (en ambos casos añado de pacotilla ), que tengan la cara dura de alentar estas aspiraciones, sabedores de que tampoco ellos las cambiarían en caso de tener el poder para hacerlo.

Mi más sincero cariño a las familias mencionadas en esta carta.

Ignacio Caballero Botica **

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