Escritor

Se me duele Copete porque voy instado por Murillo a la presentación de su libro, cosa que no es cierta, aunque yo lo dijera en broma. Fue en cambio don Teresiano, que Copete debiera haberle puesto la alfombra roja, perdón, azulita, y estaba Gopegui, que el paro hay que ver adónde nos lleva. Dice Copete algo de mí que todavía no ha sentido él: ir de dramaturgo por rastrojos, cosa que llevo haciendo desde que se me ocurrió, pobre de mí, escribir teatro donde se termina no de dramaturgo, sino de puta por rastrojo. Copete está en la flor de la vida, y todavía no lo han alanceado como a mí Fragas Iribarnes, Aznares y Fernandos Católicos, además de Francos, y un señor de Plasencia que me escribe cartas sin cuento a la lista de correos, hasta que lo aten, aunque yo le deseo que siga, si con eso se ahorra un psiquiatra.

Es decir, Copete, hijo, que puta ya lo soy, y a mucha honra, que no hay trabajo donde se venda tanta dignidad. Y no sólo yo, todos los ministros del gobierno los trae también de puta por rastrojos ese Javier Arenas, que cuando se jubile le va a quedar un aire, que lo ingresarán como niño Down en Ciempozuelos. Aquí, el único que se ha salvado es Boyer, que va a dejar la cara cualquier día prestada a uno de los apóstoles del Valle de los Caídos.

La única esperanza que nos queda es poder desnudar la imaginación todos los días a Trinidad Jiménez, que la va a armar, si no se encuentra con Robustillo en un mitin en Bienvenida, donde le dio la tarde a Rodríguez Ibarra aquel año que era alcalde de Bienvenida con la escopeta en la ventana del ayuntamiento, que hasta se le quitó la cojera a Román Bolaños.

Cómo se ha puesto esto de raro, que hasta a Copete le dan dolores, cuando con un consejero a su vera yo vería los ángeles del cielo. ¿Cuándo se pondrá un consejero a mi vera y no a la verita tuya...?