TEtste fin de semana, toda España será un hervidero de mítines y actos con la vista puesta en las elecciones del 22 de mayo, que cada día parecen más unas primarias que unas municipales y autonómicas. Tanto Rodríguez Zapatero , contradiciendo hipótesis y falsas informaciones previas, como Mariano Rajoy , van a estar muy activos en el recorrido por España. El primero, porque intenta, apoyado por el efecto del anuncio de su futura retirada, frenar la caída en votos que los socialistas se barruntan en numerosos puntos del país. El segundo, porque necesita consolidar la ventaja que las encuestas le otorgan, pero no de manera tan definitiva como antes del discurso del adiós de ZP.

Así que el tradicional domingo de Ramos parece que va a convertirse en el pistoletazo de salida de un nuevo duelo al sol, esta vez entre Rajoy y un todavía desconocido/a candidato socialista.

Pero son, teóricamente, dos concepciones de España las que se enfrentan. Solo teóricamente, claro, porque desde hace tiempo estoy convencido de que, en realidad, los proyectos de PSOE y del PP no difieren en tanto.

Decía el para mí inolvidable Georges Pompidou que la diferencia entre un socialdemócrata y un liberal estriba en el color y la marca de la corbata. Ahora, falta por ver los proyectos de cada uno. Y cómo, inevitablemente, ambos se van a ensamblar en un gran acuerdo tras las elecciones generales. Solamente esta perspectiva, de un amplio proyecto regeneracionista para España, suscrito por al menos los representantes de casi veintidós millones de ciudadanos, me anima a seguir observando con esperanza esta ramplona vida política que se pone de manifiesto, con toda su caspa, ante este domingo de Ramos.