Tardé en descubrir a nuestro querido e inolvidable actor cómico español don Paco Martínez Soria, posiblemente porque, en mi juventud, no fui tan asiduo en acudir a disfrutar de la gran pantalla como lo soy ahora. Pero, aunque tarde, y por eso de la inmortalidad de los actores, he podido disfrutar sonriendo y riendo por las habilidades en el humor de este gran actor, al ver sus magníficas actuaciones en los diferentes papeles de humor que interpreta en sus numerosas películas.

Y, entre ‘¿Qué hacemos con nuestros hijos?’, o ‘¡Vaya par de gemelos!’, o ‘El abuelo tiene un plan’, o ‘La tía de Carlos’, o ‘Estoy hecho un chaval’, y otras muchas, encuentro una en la que a Paco le dirige José Luis Sáenz de Heredia, y que se estrenó el 21 de setiembre de 1970, hace ya la friolera de cincuenta años. El título, ‘Don erre que erre’, y podemos ver en la cinta cómo un hombre, cabezón como él sólo, se enfrenta a toda una Entidad Bancaria para recuperar un dinero que era suyo y que ‘perdió’ porque, en el momento que lo retiraba de la ventanilla del banco, se produjo un atraco y le fue sustraído.

Y la tozudez de don Rodrigo Quesada, que es el papel que interpreta Paco, es tal que no importa que la cantidad que le deba el banco sea de doscientas pesetas. Está incluso dispuesto a gastarse más dinero para recuperar algo que considera que le ha sido ‘robado’ injustamente. Y aunque, como digo, han pasado ya cincuenta años de aquello, en la escena de la política actual reconozco, salvando las distancias, a otro personaje tan tozudo como Paco Martínez Soria, aunque debo reconocer que éste, a veces, hay situaciones en las que casi me hace reír más que Paco. Me refiero a Quim Torra y a su gran determinación por conseguir la autodeterminación.

En el recibimiento especial que le dispensaron en la Moncloa, solo le faltaba el garrote y la boina para convertirse en un clon perfecto de aquel “Don erre que erre”, que no estaba dispuesto a perder sus doscientas pesetas. Y no estoy de acuerdo en que a unas comunidades autónomas se le concedan más privilegios que a otras, porque estoy convencido de que ello contribuye a la desigualdad, pero, a veces, es bueno aprender de los que utilizan la constancia para conseguir sus objetivos.

Igual que ‘Don erre que erre’, Quim, Torra que torra, se presenta ante todos, con su lazo amarillo en la solapa, sin saber nadie, a ciencia cierta, si está inhabilitado o no de su condición de diputado, ni si sigue siendo realmente president de la Generalitat o no, pero con una insistencia, que nunca decae, en pedir la ‘autodeterminació’ para su región y la ‘implantació’ de la República Catalana.

Nuestro Paco Martínez Soria, erre que erre, consiguió que le devolvieran no sólo las doscientas pesetas que se llevaron los atracadores del banco, sino los intereses que había producido su dinero. No sé yo si Quim, torra que torra, acabará también, por su insistencia y tozudez, llevándose lo que considera suyo, además de los intereses.

* Profesor