Cuando la hierba veas crecer, si se seca podrá arder. No es un dicho popular ni un refrán, sino la causa y la consecuencia hiladas para describir lo que viene ocurriendo año tras año, primavera tras primavera, en las laderas de la Alcazaba de Badajoz. Sucede en muchos otros puntos, en todos aquellos solares que no se limpian ni desbrozan y que con las lluvias de marzo y abril se cuajan de matojos, que el sol de mayo y junio seca, y mantienen en vilo al servicio municipal de bomberos durante todo el verano.

En previsión de lo que pueda pasar, el ayuntamiento envía cartas a los dueños para que se anticipen al peligro y pongan a punto sus terrenos. Como en todo, y más cuando existen riesgos añadidos, la Administración debe dar ejemplo y ponerse en la delantera de los propietarios que acicalan sus parcelas. Pero año tras año el sinsentido se repite. La lamentable historia en las laderas de la alcazaba asoma como un déjà vu y parece que no hay forma de ponerle remedio: lloverá, crecerá la hierba, saldrá el sol, se secará y alguien con muy mala leche le prenderá fuego, para que arda la maleza que rodea el monumento más importante de Badajoz, declarado Bien de Interés Cultural (BIC).

Falta de previsión, trámites administrativos que se alargan irremediablemente, denuncias por concursos que se sacan por encima de su valor y pandemias que paralizan los procesos de contratación. La limpieza y desbroce de las laderas de la Alcazaba de Badajoz está gafada y, de nuevo, este año, antes de que llegue el verano, la maleza ya ha sido consumida por los incendios.Solo dos se han necesitado para arrasar este singular entorno, para vergüenza de la ciudad, que no ha sido capaz de poner coto a la amenaza de los pirómanos.

El primer fuego tuvo lugar el 3 de junio. Comenzó en torno a las tres de la tarde y arrasó dos hectáreas. El segundo sucedió diez días después, sobre la misma hora. Calcinó entre 8.000 y 10.000 metros cuadrados. Según palabras textuales de los bomberos: se quemó lo que quedaba por quemarse. En ese intervalo, la Asociación Cívica Ciudad de Badajoz y el PSOE denunciaron que volvía a ocurrir lo que se temían. La respuesta del alcalde, Francisco Javier Fragoso, fue insinuar que los socialistas mejor están calladitos, porque todos los años por las mismas fechas realizan la misma denuncia que parece despertar a la bestia. Al mismo tiempo, el alcalde se justificaba alegando que la crisis sanitaria había paralizado todos los procedimientos administrativos, también los que conllevaban el desbroce de las laderas de la Alcazaba.

Es cierto que el ayuntamiento sacó a licitación en noviembre el contrato que había anunciado en marzo anterior, para el mantenimiento y conservación de las fortificaciones de la ciudad, por dos años, con un presupuesto de 445.000 euros. Su pretensión era que estuviese adjudicado en enero. Lo estuvo, de manera provisional. Pero el proceso se complicó por las dudas sobre la solvencia técnica y profesional. El 13 de marzo estaba convocada la mesa de contratación. El 14 se declaró el estado de alarma y todo se detuvo.

Hasta el 8 de junio no ha salido a licitación el contrato específico para la limpieza y desbroce de las laderas, que es copia y pega del pliego del 2018, pero con un tercio del presupuesto (65.000 euros el de ahora, 148.000 el de hace dos años). Este lunes, 22 de junio, termina el plazo para presentar propuestas. Por muchas prisas que se den y a la vista de la agilidad con que la maquinaria municipal se mueve, el verano habrá avanzado cuando se adjudique. Si tardas en desbrozar, cenizas encontrarás. Tampoco es un refrán.