Todos deseábamos que el Rey saliera, definitivamente, del "taller", según su castiza expresión. Tras el dique seco, ocupará, si Dios quiere, el puente de mando de la nave nacional, en esa primavera de esperanza, tras 38 años de aciertos, y algún lunar. En este tiempo, dio pruebas de gran estoicismo ante el dolor, aunque le aliviaba el brillante papel de los Príncipes, en su ausencia, y era un placer para el abuelo, al visitarlo acompañados de sus dos rubias nietas. ¿Habría evocado, entre batas blancas y sosegada rumia, la película de su reinado, desde el inicio de su Corona, cobijo de todos los españoles? Recordaría la aurora de la Constitución, y la noche del 23-F, en que, vestido de capitán general, abortó la osadía de Milans del Bosch y el cuartelazo de Tejero , un "borbonazo" que lo consagró,"de facto", como Rey legítimo.

Recordaría el rumbo tomado, entre palmas y algunas lanzas, pero sin desviarse un milímetro de su camino constitucional, cuyo torbellino de polvo nunca nubló su prudencia en la Transición; tan sin revanchas y ajustes de cuentas que fascinó a todos los gobiernos y cancillerías del mundo. Recordaría, con pícara sonrisa, cuando sacó su coraje al cortar en seco al histriónico Hugo Chaves , con el "¿Por qué no te callas?"; y recordaría que siempre intentó aglutinar al pueblo con tacto y pericia, dándole el sentido de Estado que le convenía. Evocaciones que le harían pensar que tenía razón el exministro de la República, Salvador de Madariaga, diciendo: "Si la Monarquía no la salvan los españoles, que Dios salve a España".Aquélla, salvada, es símbolo de unidad y su clave de bóveda, aunque el secesionismo se obstina en romperla.

Pero mientras el pueblo esté unido a su Rey, siempre lúcido en su arbitraje, no habrá ningún peligro; y mientras que su hijo no sólo inaugure crisantemos, sino que llene la espera con su probada destreza. Hoy, tras curtirse en tormentas políticas, con quemas de banderas y estúpidas pitadas, puede estar satisfecho de haber cuidado con esmero el bosque frondoso y secular de España, con sólo dos árboles "chamuscados": la cacería de elefantes y el "affaire" Urdangarín . "¿Fuego amigo?" Ahora sólo piensa en retomar su agenda, tras estrechar las manos del dr. Cabanela, que le ha puesto nuevo arnés para las nuevas batallas que pronto ha de librar.