El azar -que nunca es el azar, claro- me ha traído dos días a Cáceres, después de demasiado tiempo. Perdón por prescindir hoy de la política, tan ordinaria en mí y tan ordinaria en sí misma. Lo primero que he hecho ha sido buscar un hotel próximo al lugar de mis pecados, barrio de La Madrila, donde viví cuando estudiante y donde he tenido estos días algún lagrimón al que no le he consentido ser lágrima -faltaría-. El hotel ha sido el hotel Alcántara, o, por ser más preciso, el hotel lo han sido el encargado de la recepción, Juan, y la encargada de la cafetería, Pilar, de quienes solo lamento no saber sus apellidos. Ya sé que en los hoteles -y porque que va en el sueldo- todo es amabilidad, hospitalidad, etc., pero lo de Pilar y lo de Juan no ha tenido nada que ver con el pasteleo propio del oficio. Así pues, mi gratitud. Ah, y la gratitud de una ovetense -de nombre Guiomar- de la que no sabría ni he querido desprenderme, siendo ella la causante de estos días.

Antes de abandonar Cáceres -desde donde escribo, a punto de salir-, me he acercado al periódico. No ha sido el mejor momento, lo sé, en pleno cierre de edición, pero necesitaba conocer a quienes imprimen y mejoran mi palabrería. No estaba Miguel Ángel Muñoz, que me trajo a la casa. Tampoco he podido ver a Almudena Villar, a quien tengo por cómplice. Ni he tenido ocasión de saludar a Antonio Cid, que dirige y digiere, supongo. Pero he podido hablar con Juan José Ventura, con quien comparto página y que se ha presentado nerudianamente: «nada que ver con el de la fotografía, como verás». Le he contestado también nerudianamente, pues yo tampoco soy ya el de la fotografía: «nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos». Y he tenido la suerte de que me reprenda en persona, y muy sutilmente, José Luis Guerra, que no gusta de mi tardanza a la hora de enviar los artículos, y con razón.

Me voy de Cáceres para volver. En la puerta del periódico me ha despedido Sabina Talaván, una mujer acostumbrada a que asocien su nombre con Joaquín Sabina. ¿Y por qué no con Sabina de la Cruz, la mujer de Blas de Otero? En fin, dos días en Cáceres, nada más.

* Funcionario