Hoy vengo aquí a contarles dos historias: Don Pepe Pérez ha muerto de cáncer, es una triste historia, pero hay finales que son inevitables, mucho más inevitables cuando además el médico llevaba diciéndole desde hacía más de siete meses que, por favor, se tomara la medicación que él mismo le había prescrito. Si hubiera seguido las indicaciones de su médico, se habría evitado la catástrofe. Por eso ahora no tiene ningún sentido que su señora, la actual viuda de don Pepe Pérez, rota de dolor, esté diciendo en su funeral que a don Pepe le ha matado el médico. Cada vez que lo dice, a pesar de que sea comprensible que lo diga fruto del dolor que siente, todo el mundo le reprende. A don Pepe Pérez no le ha matado su médico, ha muerto por no tomar su medicación prescrita. Todo el mundo le dice que si su marido hubiera seguido el tratamiento, si hubiera tomado las medicinas oportunas, ahora mismo no estaría muerto. Y a la actual viuda de don Pepe no le queda más remedio que asentir y asumir la situación.

Ahora les voy a contar la otra: a Pepito Pérez le ha quedado el francés de Primero de la ESO a final de curso. El profesor llevaba advirtiéndole de este funesto final desde la segunda evaluación, llevaba apuntándole desde entonces en el cuaderno los deberes que tenía que hacer cada día, les dejaba notas de aviso a sus padres, lo hacía todas las semanas. Les indicaba que era preceptivo que el niño estudiara en casa para que pudiera aprobar la asignatura. Les citaba. Les decía que estaba disponible para hablar con ellos pero los padres jamás acudieron. Y a pesar de todas las indicaciones y consejos, Pepito Pérez, al final, no estudió francés y suspendió la asignatura. Y hoy su madre, muy ofendida mientras toma el sol en la piscina, dice mientras se bebe una coca-cola en compañía de sus amigas: "el profesor ha suspendido Francés a mi hijo Pepito". Y todas sus amigas asienten y están de acuerdo.

Desde luego, son dos historias muy tristes.

Fernando Alcalá Suárez **

Cáceres

Profesor de Secundaria