No era difícil prever que la atención informativa de ayer iba a estar centrada en un azote mundial que empezó en el siglo XX y llega hasta hoy: los desastres ecológicos fruto de la negligencia humana. La actualidad más inmediata ha impuesto que esa prioridad coincidiera con la conmemoración anual de otra plaga: la lucha contra los efectos mundiales de la pandemia del sida.

En El País, Manuel Vicent saca su mejor prosa y advierte: "Vivimos en una nueva Edad Media. Presagios, sectas, herejías, pestes y terror son sus características. Como entonces, el desenfreno agónico del milenarismo se concierta con la mística de la naturaleza, donde hoy también se refugian buscando la salvación los nuevos mendicantes laicos, que son los ecologistas. El mar, como el arte, es una cosa mental". El grito de protesta se convierte, al final, en desgarro alusivo a la festividad del viernes y alusión a la bandera española: "El escudo estampado en su trapo contiene la columnas de Hércules. Sepan los políticos que por su negligencia culpable esas columnas están ahora rehogadas en fuel-oil ".

A otra insensibilidad le dedica su columna Antonio Gala en El Mundo: "¿No es la sociedad a la que pertenecemos la más insaciable estimuladora del sexo comercial y de otros apetitos que, al provocarse sin satisfacerse, arrastran al consuelo de la droga? La sociedad hipócrita es la que padece de inmunodeficiencia". Tras admitir que el sida es un enfermedad social, advierte: "Será la insolidaridad la que acabará por matarnos a todos. De sida o de otra cosa".

Buena jornada de reflexión.