Compruebo, con angustiosa inquietud, la evolución del mercado laboral y veo que aumenta un colectivo de desempleados: los jóvenes sin formación especializada en algún ámbito ni experiencia laboral. A este grupo se le menciona como personas "sin empleo anterior". Si son jóvenes que pueden aportar algo, ¿por qué se les desprecia y no se les da una oportunidad? Quizá tendría que buscarse la solución en los años de primera educación de los jóvenes sin trabajo. La mayoría suspendieron y fueron obligados a repetir cursos, abocándolos al vacío personal. ¿Significa eso que si su talento no sirve para completar o alcanzar un expediente académico ya son unos desechos humanos? Creo que no. Como escribió el humanista francés Albert Camus, "en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio". Sugiero una idea a los educadores: que imiten a los médicos. Un médico puede mandar a un enfermo a un hospital, donde pueden salvarle la vida. Los profesores tendrían que actuar con más firmeza y seriedad, y en vez de mandar a los estudiantes fracasados a volver a empezar, decirles que trabajen en lo que más les atraiga.

Podría así existir una conexión estrecha entre la enseñanza y las empresas y se recuperaría la antigua figura del aprendiz. La empresa o el autónomo que les enseñara un oficio gozaría entonces de alguna desgravación fiscal. Si ahora no se intentan subsanar los numerosos problemas de la gente joven, la triste generación ni-ni , dentro de poco estaremos a la altura de un país subdesarrollado.

Martín Mateo **

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