Escritor

Y Tomasa no dejará de gritar su dolor. Recorrerá con su grito el tiempo de esta noche. La Dama de Negrín alzará la voz porque su obligación es sobrevivir. Vivirás para contarlo, le habían dicho los falangistas que empujaron el cadáver de su marido al agua. Vivirás para contarlo, le dijeron, ignorando que sería al contrario. Lo contaría, para sobrevivir".

Tomasa, Hortensia, Pepita... sobrevivieron y se lo contaron a Dulce Chacón, la Dama de las Letras Extremeñas , la escritora española con más fuerza de los últimos años, se mire desde el ángulo que se mire (poniendo énfasis en el estilo, el contenido, la estructura o la poética de toda su obra).

Antes, Dulce había escrito y publicado libros de poemas (Querrán ponerle nombre, Las palabras de la piedra o Matar al ángel , entre otros) y novelas, como Algún amor que no mate, Blanca vuela mañana, Háblame, musa, de aquel varón y Cielos de barro. La voz dormida es, pues, su quinta novela, una espléndida y lúcida novela.

Dulce Chacón resume un conocimiento profundo de lo que narra. Los personajes, los hechos, son absolutamente creíbles y conmovedores, por una razón muy simple: poseen identidad, es decir, vida, tiempo y memoria.

La voz dormida es un lujo de novela, por cuanto, además de todos los aciertos narrativos, su autora, pone el dedo, de manera encomiable, en alguna de las llagas que nos corroen como género humano aquí y ahora. Es una historia que viaja constantemente de lo individual a lo colectivo para mostrar el complejo engranaje donde se inserta el ser humano único y sus desajustes y desfases con la experiencia grupal, con el hecho histórico determinado y el contexto social concreto.

Dulce narra con gran precisión y una prosa muy bella y bien musculada, una sórdida historia que es un pedazo, muy poco conocido, de la historia de España, una alegoría de la evolución de la España del siglo XX, marcada primero por el hierro de la guerra civil y después poseída por una obstinada voluntad de olvido (de ahí el título de la novela), que no ha restituido el desequilibrio histórico-social aportado por aquel terrible conflicto.

La voz dormida nos permite asistir a una historia y a toda una serie de acontecimientos y pensamientos, y al asistir, comprendemos. Porque, a veces, muy pocas (ésta es una de ellas), se entiende mejor el mundo (incluso a nosotros mismos) a través de esas figuras fantasmales que recorren una novela o de esas reflexiones hechas por una voz que parece no pertenecer del todo al autor, ni al narrador, ni a nadie, que a través de cien libros de historia.

Yo creo que, en unos tiempos en que buena parte de la narrativa europea está divorciada de la vida, Dulce Chacón ha entendido como pocos que la auténtica fuerza creadora viene de la oscura imaginación del pueblo y que la obra literaria, si aspira a serlo, debe de manar de la colaboración del potencial del escritor con el entorno familiar más amplio, la tradición anónima de nuestro pueblo y las páginas de nuestra historia. Si hablo sobre todo de su última novela, que tuve el honor de presentar hace ya casi un año en la Biblioteca de Extremadura, es porque no me hago a la idea de que Dulce ya no esté. No me hago a la idea de que a veces llueve sólo la palabra / y moja o no moja según los labios, / o llueve un sueño circular / que se pega a la piel . Se nos ha ido la más querida en esta república de las letras extremeñas.

Anoche, al filo de la madrugada, toda Extremadura se puso en pie en el teatro López de Ayala para recordarla. Hace unos meses, todavía recordábamos ella y yo el alivio biológico que supuso la desaparición de la dictadura en España. Hablamos de este macro recital cuando todavía era sólo un proyecto, de los cantautores que iban a venir, los dotados hace 25 años de una mayor conciencia histórica de su cometido, de su importancia como factor de movilización emocional y como ingrediente multiplicador de otras actividades. "Ha pasado media vida", me dijo. Exactamente media vida, le digo yo hoy.

Pensaba asistir al concierto. Y asistió. Anoche, Dulce estaba en nuestros corazones.