Cinco organizaciones ecologistas (WWF-España, SEO/BirdLIfe, Greenpeace, Ecologistas en Acción y Amigos de la Tierra) han hecho un informe según el cual de las 10 autopistas en proyecto o en construcción más perjudiciales para el medio ambiente, cuatro tienen que ver con Extremadura: el tramo Miajadas-Mérida-Puertollano de la A-43; la Zafra-Huelva; la Badajoz-Granada, y la Cáceres-Badajoz. En todos los casos, estas infraestructuras afectarán a ecosistemas que albergan una gran riqueza faunística, con especies protegidas. Los conservacionistas piden que se parelicen los proyectos por entender que son insostenibles desde el punto de vista del medio ambiente. Al presidente de la Junta no le ha gustado estas críticas de los ecologistas sin ofrecer alternativas que combinen la protección del medio y aseguren el desarrollo que esas autopistas proporcionarán a Extremadura. La posición de Vara es lógica. Y es que la realidad es compleja; juzgarla solo desde el punto de vista de la ecología, es un modo seguro de, en mucho o en poco, equivocarse. Nadie duda de que estas organizaciones desean que esta región no pierda oportunidades de progresar, pero criticar los proyectos sin decir qué es lo que hay que hacer para que Extremadura no se convierta en una especie de reserva, parece desentenderse del futuro.