MÍNIMO INGRESO VITAL
Economía sumergida
Maurici Algué
Parece que en el mes de mayo entrará en vigor un ingreso mínimo vital que antes habrá aprobado el Gobierno, para intentar mitigar la pobreza extrema. Esta es una decisión que me parece acertada en estos momentos de recesión económica, provocada por las medidas de confinamiento por la pandemia del covid-19. Pero pienso que esta medida debería ir acompañada de otra que ayudara a que no fuera injusta indirectamente para muchas otras personas trabajadoras. Me refiero a luchar contra la economía sumergida, con normas para dificultar todo tipo de pagos en efectivo, como, por ejemplo, prohibir el pago de cualquier impuesto, sea local, autonómico o estatal en efectivo, y a la vez promover el pago a través del móvil o bien con transferencias bancarias. Resumiendo, pienso que con más transparencia y una fiscalidad inclusiva para todos los que trabajen, sea por cuenta ajena o por cuenta propia, la sociedad tenderá a ser más justa.
LUCHA POLÍTICA
Vivimos en mundos paralelos
Manuel Gutiérrez
Conductor de autobús
Tras casi mes y medio de confinamiento, cada día nos informan de los fallecidos, y vemos como una gesta la reducción diaria de muertos sin pensar que detrás de cada enfermo hay una historia. Mientras tanto, los dirigentes políticos se pelean por saber quién tiene la culpa. Unos dicen que el Gobierno ha actuado tarde; otros, que deberíamos estar más tiempo confinados; otros, que los productos sanitarios no llegan a tiempo. ¡Cada loco con su tema! En los últimos años la sanidad pública se ha ido desangrando y hemos pasado de una sanidad curativa y preventiva a una sanidad curativa. Se han ido cerrando centros, se han derivado muchos procesos a la sanidad privada, se nos ha vendido que es inmejorable y no se ha invertido en lo más preciado de la sanidad: el personal. Alardeábamos de la mejor sanidad del mundo y la realidad es que tenemos los mejores sanitarios del mundo.
Debemos hacer autocrítica y preguntarnos el por qué de esta situación. Todos tenemos nuestra parte de culpa. Los gobiernos por no prevenir una economía de guerra y tener una industria propia para cubrir las necesidades ciudadanas. Los empresarios porque no solo son válidos los márgenes comerciales de deslocalizar la producción. Y el ciudadano por no hacer un consumo de cercanía, provocando la desprotección de la economía de proximidad. Espero que después de este confinamiento seamos capaces de poner nuestro granito para conseguir una vida mejor. Que dejemos de vivir en mundos paralelos, el de los políticos y el de la ciudadanía, y todos tiremos del mismo carro.
ancianos
Queremos verlos
Dolors Pérez de Gea
Hija de residente
Ruego al Gobierno que, igual que han pensado en que los niños puedan salir a la calle, se acuerden de las familias que tenemos a nuestros seres queridos en residencias geriátricas para que pronto podamos hacerles alguna visita. Desde el 12 de marzo estamos sin verles y sufriendo por las situaciones que en la mayoría de ellas se han vivido.
CORONAVIRUS
La vida tras la pandemia
Davinia Romero
Vecina de Barcelona
Con visos de la desescalada que se va a ir aplicando, nos preguntamos cómo será la nueva normalidad que nos aguarda. El pequeño comercio espera impaciente poder levantar la persiana y olvidar estos días de confinamiento y de cajón vacío, pero ¿seremos capaces de dejar a un lado el miedo y la inseguridad? Es una tarea difícil si tenemos en cuenta que algunos medios de comunicación solo transmiten mensajes poco aclaratorios y de dudosa credibilidad. Quizá necesitamos afrontar el futuro con más optimismo y menos miedo, de lo contrario... Posiblemente, desde algún sector se está dinamitando la economía a base de mensajes alarmistas, anticipados y apocalípticos, lo que nos llevará a sumergirnos en la peor crisis económica que hayamos conocido. Hay vida después de la pandemia.