Dramaturgo

En la Zarzuela. ¡Ya puede casarse el Príncipe! ¡Ya se puede organizar una boda de campanillas en ese caos que es Madrid porque el "caspear" se va a acabar! ¡Llega al ayuntamiento la campeona del brillo y el esplendor matrimonial! ¡La sin par, la de la sonrisa eterna, la dama de El Escorial! ¡Ana Botella! La única persona en España capaz de garantizarnos una boda de altura (como corresponde a una Alteza tan alta como es don Felipe).

"Madrid será la mejor ciudad del mundo", dice la dama sin cortarse un cabello en peluquería de barrio. No sé si será la mejor ciudad del mundo bajo su concejalato, pero que los comedores benéficos van a tener cortinas de Gastón y Daniela, es seguro. El estilo salón de cretona roja y gualda con mediadores forrados de nogal acabará por imponerse en la capital. La nueva Evita que el PP lanza para acabar con los problemas sociales de España, inicia su carrera con el objetivo de demostrar a este atajo de horteras que somos el resto de los españoles (los que no estuvimos en la boda de su hija y seguimos exigiendo ordinarieces como el PER o el castigo para alcaldes acosadores) que con un poco de imaginación, un par de telas compradas en algún rastrillo navideño de Serrano, letra de colegio de monjas y dos gotas de Loewe nos puede quedar la boda del retoño de lo más mono y acabar de una vez con esas vulgaridades de bodas civiles, parejas de hecho y orgullos gays. Adelante Ana Botella, dama brava y dentífrica, te aplaude la España eterna, la de Julián Lago y Jaime Peñafiel. ¡Ojalá tu mandato no se salde como el de aquella Evita, multiplicando por diez los pobres gracias a sus gestos caritativos de parroquia del barrio de Salamanca.