Ecuador, un pequeño país de 15 millones de habitantes, había vivido durante décadas sumergido en una desestabilización política y una pobreza endémica agravada por los efectos de fenómenos meteorológicos como El Niño a finales de los 90 y la caída del precio del petróleo, el primer producto que exporta. En seis años, Rafael Correa ha puesto en marcha una modernización sin precedentes en ese país.

Desde su llegada al poder, la pobreza ha caído de forma espectacular, la sanidad y la educaciónse han extendido, han mejorado las infraestructuras, en particular las carreteras, se ha creado empleo en el sector público y se ha dado esperanza a los ecuatorianos, cuyo único horizonte ha sido durante años la emigración.

Con estos logros no debe sorprender su éxito alcanzado en las urnas para un nuevo mandato presidencial. Ninguno de los tres presidentes anteriores logró terminar el primeromandato. Correa ha podido emprender esta modernización gracias a un cambio de tendencia al alza en el precio del petróleo en los últimos años y bajo el paraguas del modelo bolivariano de Hugo Chávez . Para emprender lo que llama la "revolución ciudadana", Correa ha calcado los pasos del venezolano con una nueva Constitución para permitir su reelección, como así ha sido.

Sin embargo, el triunfo electoral de ayer no esconde la realidad, que ya apuntaba aquel cambio constitucional, de una deriva hacia la concentración de poder en sus manos, en definitiva, una deriva autoritaria facilitada ahora por una oposición muy debilitada.

En estos años, la prensa ha estado en el punto de mira de Correa, quien ha acallado con persecuciones judiciales a los medios de comunicación que no le eran favorables. También ha ejercido un severo control sobre la justicia y la administración pública, ámbitos en los que ha colocado a sus seguidores. O sobre el actual proceso electoral.

Las voces críticas con las políticas del presidente reelecto, dentro y fuera de Ecuador, consideran que la bonanza económica tiene una base poco sólida, con unos niveles de gasto público que serán insostenibles de continuar así en el futuro. Basar el crecimiento en los subsidios y en las grandes obras públicas da resultados inmediatos, especialmente electorales, pero no crean tejido productivo y esto es lo que cualquier país necesita para desarrollarse.