La Junta de Extremadura envió ayer a la Asamblea un anteproyecto de presupuesto para el 2012 que incide en el recorte iniciado dos años atrás. La región llevará así tres anualidades (2009, 2010 y 2011) en que sus cuentas públicas han caído en 855 millones, un 15%. El presupuesto del 2012, de 4.914 millones de euros, es menor en 276 que el anterior y ligeramente inferior al de 2007, lo que da una idea del descenso de la capacidad de gastos e ingresos de la Administración, que apunta a un retroceso de un lustro.

El Gobierno de José Antonio Monago ha sabido hacer una buena operación de márketing en torno al presupuesto, de suerte que ahora la bajada del 5,3% respecto al año pasado aparece --después de que se hayan aventurado bajadas del 10% e incluso del 20%-- como un alivio. La realidad es bien distinta: no se trata de un presupuesto suave; se trata de un presupuesto 'de hierro', otro más. Una bajada, sobre dos bajadas anteriores.

No se tocan servicios esenciales como la Educación o la Sanidad, tal como se comprometió Monago (la ralentización de las obras de los colegios o la reducción de pequeño instrumental sanitario no se puede decir que afecte al derecho a esos servicios) y sí se reduce casi un 20% el capítulo de inversiones en infraestructuras y en vivienda (un 23%). El tijeretazo en esas dos partidas es una mala noticia para la generación de empleo y un más que probable adelanto de lo que nos espera cuando el nuevo gobierno de Rajoy haga sus primeras cuentas, tras constituirse.