El desempleo ha vuelto a azotar a Extremadura. No por esperado, ni siquiera por conocido puesto que la región vive desde que se inició la crisis con un paro desbocado, el dato de septiembre es menos lacerante: 5.457 personas más que en agosto, un 4,56% en solo un mes, justo el doble que lo que ha subido la media nacional. A estos datos se podrían añadir algunos más, que ayudan a situar mejor el alcance y la profundidad del problema: esas 5.457 personas que se han inscrito durante septiembre en lasoficinas del Sexpe representan el 90% de lo que se ha incrementado el desempleo en términos interanuales. Septiembre, además, cierra con 2.100 afiliados menos a la Seguridad Social en Extremadura, donde solo un 2% de los 40.000 contratos que se han firmado han sido indefinidos.

Ante este panorama, lo cierto es que apenas quedan alarmas que saltar. Extremadura va de récord en récord desde que estalló la crisis. Es verdad que el mes de septiembre del 2011 ha sido el más malo para el empleo desde 1996 aunque muy poco peor que el de septiembre del 2010, cuando la cifra de destrucción de empleo en la región superó las 4.100 personas. Pero este hecho -es decir, la relativa similitud de las cifras de paro de un septiembre y otro- no puede ser justificación para nadie. Para la vicepresidenta Teniente sí pareció serlo, y en la mañana de ayer no estuvo precisamente afortunada al manifestar que la subida del paro es "mimética" a la de otros septiembres, como si fuera soportable una secuencia de incremento del número de desempleados siempre que sea aritméticamente parecida.

José Antonio Monago llegó a la Presidencia de la Junta cabalgando sobre un reclamo electoral: "lo primero el empleo", pero de la acción de gobierno desplegada hasta ahora no se deduce que esté encarando el problema con la actitud apremiante que daba a entender el eslogan. De igual modo que no es razonable hacerle pechar con las cifras de paro de agosto y septiembre, como han hecho los socialistas extremeños en una estrategia parecida a la que puso en práctica ayer el Gobierno central, (hizo recaer las cifras del paro sobre los hombros de la comunidades, la mayoría en manos del PP), tampoco es razonable creer que el nuevo gobierno de la Junta es ajeno a lo que pasa por cuanto no acomete las acciones necesarias para poner un torniquete a la sangría. Hasta ahora está parado ante el paro: dijo en sus primeros días de gestión que haría un plan de choque para atajar en lo posible el desempleo juvenil y el femenino, pero nada ha concretado; presentó el plan 3E y lo ha discutido con los agentes sociales, pero nada se sabe de plazos para que el plan avance. Solo ha habido algunos anuncios sobre ayudas a la contratación, y poco más. Hasta ahora, la Junta ha sido más diligente en difundir los recortes de gasto, --socialistas y sindicatos le reprochan que esos anuncios son contraproducentes para el empleo--, que en ofrecer medidas concretas para que los que entran en la oficina del Sexpe vean que su recién estrenada Junta está haciendo todo lo posible para sacarlos de allí cuanto antes.