XExl mundo de las telecomunicaciones es alucinante. ¡Nos enseña tanto! En ese amplio abanico de posibilidades que ofrecen la multitud de cadenas que disfrutamos actualmente, se puede aprender de todo. Me vienen a la mente programas como Redes , que nos muestran temas científicos o tecnológico a la vez que nos enganchan por lo amenos que resultan. Lo mismo dispones de un documental sobre los ecosistemas en el canal Natura , que otro sobre la expansión del universo en el Odisea , o sobre Carlos I , en el canal Historia . En los canales de pago dedicados a un tema monográfico, la oferta es variada, y por lo general, de cierta calidad. ¿Pero y las cadenas destinadas al gran público, ésas a las que todos tenemos acceso, las que no cobran un recibo mensual? Practicar el zaping es un deporte de alto riesgo:

En un solo recorrido me topo primero con un debate acerca de un pariente de alguien, que mantuvo relaciones con no sé quién, conocido por el mérito de carecer de sentido del ridículo , y cuya empleada del servicio doméstico, por estos simples hechos, dispone de un espacio televisivo y una audiencia en hora punta, para colonizar las mentes de los telespectadores que se presten. En otro canal, discuten un grupo de señores/as casi tirándose de los pelos, a consecuencia de no sé qué discrepancia, respecto a la convivencia de uno de esos grupos, a los que se les paga por exhibirse ante las cámaras, cada minuto del día, durante un tiempo. Finalmente dejo descansar el mando en una de esas series españolas que han sembrado nuestra esperanza. ¿Y qué me encuentro? Hasta hace poco nos bombardeaban con series americanas, en las que lo natural era llevar una pistola en la guantera, mantener tiroteos callejeros, o dar por hecho que los niños nacían sabiendo arrancar un coche con un puente , o abrir una puerta sin llaves, evitando además la alarma. Nadie se lo creía. Pocos niños españoles se identificarían con semejante ambiente. Con la llegada de las series de producción nacional, los personajes que aparecen nos resultan próximos, entrañables, gente de la calle con la cual nos identificamos. En la serie Cuéntame se aprecia un tremendo esfuerzo por reflejar infinidad de aspectos de nuestras costumbres, de manera más o menos dramatizada, pero que merece un gran respeto. Viéndola, llegas a sentir una gran tranquilidad, dejando que tus hijos se dejen educar por ella mientras cenan. Porque la influencia de los medios de comunicación en nuestros niños y jóvenes es incalculable, y tenemos que responsabilizarnos de este hecho. Un niño ni pestañea viendo una episodio de cualquier serie, se traga lo que le quieran inculcar. Es como comer un helado en verano, les apetece. No es lo mismo ver la tele que escuchar a un profesor. El cole , o el insti , son aburridos, y de cada hora de clase se pierde mucho tiempo mandado callar. Son treinta horas a la semana, que se quedan en la mitad. Ver la tele es otra cosa. No interrumpas a tus hijos durante Los Serrano , Aquí no hay quien viva , o Mis adorables vecinos .

Los ciudadanos de este país temblamos con la perniciosa influencia que estas, aparentemente, inocentes series, están ejerciendo sobre nuestros adolescentes. ¿Es que los responsables de dichos espacios no ven más que los índices de audiencia a la hora de hacer los guiones?

Según esas series, dejar al abuelo tirado en la gasolinera es motivo de risa, algo divertido, y no digamos ponerle explosivos a una profesora tolerante, o robarle la moto a un profesor. Los disparates que intentan pasar por divertidos son espeluznantes. En uno de los últimos episodios de Los Serrano narcotizan a uno de los protagonistas la víspera de su boda, para mandarlo en un autobús a Bilbao. ¿Nadie va a decir que disolver drogas en la bebida de alguien, al boleo, puede ocasionar la muerte por sobredosis? De nada sirve el esfuerzo de padres y profesores para inculcar a las futuras generaciones valores útiles para la convivencia, mientras nuestra omnipresente tele siga machacando cada uno de los principios que intentamos enseñar. Estos guionistas presentan como divertidísimo ocasionar daños, insultar o humillar a la gente, dejarla tirada, o cometer delitos de diferente índole que pueden acabar incluso con la vida de alguien. Muestran unos jóvenes que se suben por los pupitres haciendo llorar a los profesores, hijos que no valoran el esfuerzo de sus padres, amigos que te fallan, chavales violentos, carentes de cualquier sentido de la generosidad, o de responsabilidad, niños sabihondos, malvados y repelentes que no existen, pero que ellos están intentando producir, en serie, aunque su intención sea buenísima, y se les disparen los índices de audiencia.

*Profesora de Secundaria