TUtna asociación para la protección de los animales exige que el burro del celebradísimo Pero-Palo, de Villanueva de la Vera, sea auscultado por los veterinarios de la Junta, antes de que el animal deje de sudar, cuando su ritmo cardíaco aún no se ha normalizado, para probar que el animal sufre pánico, estrés, ansiedad, sudoración, pesadillas y rigidez: pretenden que cesen esas celebraciones que según ellos agreden la estabilidad psíquica del pollino.

El mismo día que leía tal noticia en este periódico recibí carta de mi amigo Amador , misionero en Zimbabwe, quien me daba noticias estremecedoras sobre la situación económica y socio-sanitaria de aquel país: para unos quinientos mil habitantes, en la zona de Gorwe, hay un único hospital y cuatro médicos cubanos; un tercio de la población padece sida y la esperanza de vida se ha reducido de 60 a 33 años.

Me atasco. No sé procesar estos dos mundos tan distintos, distantes y desequilibrados, ni sé calmar la celeridad del corazón ni el estrés que tal información me produce ni alcanzo a comprender en qué pensaba quien diseñó el mapa de Africa.

Aquí gastamos miles de euros en una asociación que proteja el estrés de un burro y allí apenas nace un niño se le adiestra en la miseria y el hambre, y se le enseña a controlar la respiración, a pausarla, para no provocar las prisas de la muerte. Aquí debemos mirarnos en el espejo de los valores de la cultura del consumo y allí el espejo se lo pusieron al revés. Me rompen los ojos los progresos de nuestro primer mundo: mientras los burros tienen aquí quienes cuiden su pánico y su ansiedad, los niños de la zona de Gorwe de Zimbabwe sufrirán la sudoración y la asfixia que trae el paso inequívoco y seguro de la muerte por inanición, sin que nadie pueda hacer algo por aliviar esa característica respiración: el depósito de oxígeno del hospital estará, como siempre, vacío.

Solo mi utópica esperanza, --por mantener alguna viva--, en el efecto mariposa de que el bien que se procura al burro verato pueda desencadenar una tormenta de abundancia y felicidad en el otro lado, me alivia el colapso que sufro cuando comparo ambas civilizaciones .

*Licenciado en Filología