Nuestra actualidad está dominada duramente por dos hechos que tienen que ver con la violencia o la sospecha de ella. La liquidación de Osama Bin Laden por USA y la ilegalización de la coalición Bildu. Un mundo y un país bajo el signo de todo lo que no tiene que ver con la convivencia en paz y libertad. Seguimos estando apañados, queridos lectores. El entusiasmo por la muerte del líder de Al Qaeda contrasta con el escaso o nulo interés por indagar sobre la licitud moral del modo de matarlo, sin darle la menor oportunidad de un juicio justo, sin esclarecer si es jurídica y políticamente defendible enviar unos comandos a un país que dice no haber sido informado de la acción represora, un país --Pakistán-- teóricamente aliado del país agresor, gobernado por un presidente que llegó como paradigma de la democracia y el respeto a los derechos humanos. ¿La indiscutible ferocidad de los atentados del 11-S y otras agresiones autoriza la aplicación de la doctrina de el fin justifica los medios ? Esa es la cuestión, pues en el repudio y la condena a Bin Laden estamos todos de acuerdo.

Y la decisión del Tribunal Supremo de ilegalizar Bildu, otra vez con una profunda división de la Sala, divide a su vez a la sociedad española, no obviamente en la condena de ETA, sino en la suposición de que la banda terrorista está ahí, ni siquiera en los independientes pero absolutamente no en los dos partidos legales y democráticos EA y Alternatiba. Han resultado inútiles todas las proclamas de rechazo a la violencia, incluso la de ETA, y todas las advertencias de que sería expulsado cualquiera que se saliese de ese rechazo. Yo respeto a los Tribunales, también al Constitucional si echara abajo la decisión del Supremo, pero me planteo la gran duda de si tendrán o no razón quienes aseguran que los ultras presionan al PP, el PP presiona al Gobierno y el Gobierno presiona a los jueces. Me planteo la duda porque quiero estar seguro de que los jueces no se dejan presionar por nadie. Veremos si no perdemos la última oportunidad de erradicar el terrorismo etarra y la división en Euskadi.