Me resulta increíble que, frente a la situación de crisis económica y crispación social, el pasado 7 de noviembre, y días previos, los periodistas reproduzcan e insistan en la importancia del color de la corbata y traje que llevarían los candidatos Rajoy y Rubalcaba. Sociólogos y asesores de imagen alimentaron este análisis estúpido e insustancial. Con estupor oía reiteradamente este aspecto sobre la vestimenta de los opositores a La Moncloa. ¿Qué pensaría aquel ciudadano sin trabajo, con amenaza de embargo y negro porvenir? Creo que apagaría el televisor o cambiaría de cadena. Es inmoral que en tiempos de absoluta preocupación en aquellos sectores o familias que están padeciendo amargamente la caótica situación laboral tengan que escuchar que el color de una retazo de tela en forma de corbata es el remedio a la complejidad de las soluciones que se requieren para ofrecer un panorama más positivamente consolador a la inmensa úlcera y sangría de pérdidas de trabajo.

Al objeto de solventar las deudas crediticias del Estado frente a los mercados financieros se están aplicando las peores medidas posibles: recortar nóminas y aumentar impuestos y de este modo se crea miseria. Los políticos con corbata, o sin ella, deben aplicar postulados radicalmente diferentes, es decir: bajar los impuestos, mantener el poder adquisitivo para que el consumo fluya y dejar en segundo plano el marchamo del crédito bancario que lo único que provoca es más endeudamiento.

Y un asunto pendiente de la clase política es la buena moral y el correcto proceder frente a la corrupción. Debería hacerse justicia más transparente y punitiva ante los que han metido la mano en las arcas públicas. Creo que hay mucho dinero evadido que bien podría resarcir y compensar a miles de familias y empresas que soportan este endeudamiento ajeno. Nunca los corruptos de guante blanco devuelven nada de lo usurpado y mal gestionado. Y esto, junto a otros aspectos negativos de la realidad, enoja al electorado con protestas sin límite. El nudo de la corbata nos aprieta cada día más mientras que el márketing de los candidatos se viste de buen lustre. Y esto no es justo ni necesario.

J. Damián Holgado Guerra **

Coria