TLtos partidos políticos son muy variables para seleccionar a sus candidatos, y, como la largura de las faldas, va por temporadas. Hay temporadas de mucha democracia interna, y ciclos de designación pura y dura. Cuando sucede lo primero es que estamos dando un ejemplo de democracia interna , y, cuando sucede lo segundo, estamos tan cohesionados y unidos que no son necesarias las elecciones . José Luis Rodríguez Zapatero fue elegido secretario general del PSOE, cuando se llevaba la falda corta, o sea, la democracia interior ejemplarizante, de la misma manera que Rajoy fue nombrado presidente del PP en el momento en que se preconizaba la falda larga, es decir, por pura y dura designación. Como Joaquín Almunia , pongo por caso.

Ahora, parece que lo que es bueno en el PSOE para designar al candidato a la presidencia de Gobierno, no lo es para escoger al candidato a la alcaldía de Madrid, y la Federación Socialista Madrileña, que ha nutrido de figuras relevantes, no sólo los bancos de las concejalías del municipio de Madrid, sino el Consejo de Ministros, se encuentra un poco perpleja por el largo procedimiento de designación, ante el que ya solo falta la rifa, que es la auténtica igualdad de oportunidades, en combinación, claro, con el sorteo de la Lotería Nacional, que incluso en tiempos de la Dictadura demostró su obediencia al azar. Como decía un catedrático de Derecho, Franco nunca pudo lograr designar el número de el Gordo.

Pero el proceso no hace demasiada mella en el electorado. Quiero decir que los partidos que escenifican vivas discusiones ideológicas, es decir, que además de predicar la democracia, la practican, no suscitan excesiva confianza. El electorado prefiere que sea un vegetariano el que aconseje sobre el consumo de carne. Los partidos son raros, pero son un reflejo de la gente, y la gente también es muy rara. Todo esto hace que Alberto Ruiz Gallardón parezca un tipo normal. Por selección, claro.

*Periodista