XPxese a todo importa mucho la naturaleza y composición del Parlamento europeo, incluso con sus limitaciones competenciales presentes. Desde los medio rurales más recónditos a la ampliación del metro de Madrid, las decisiones de la UE están omnipresentes. Hay unos intereses claros y concretos, que debieran despertar el interés de la ciudadanía.

Se diría que en la reciente consulta anterior se gastó tanta energía, que nuestra sociedad llega un tanto fatigada a estas elecciones, y que a pesar del cartel de postín con que se anuncia la fiesta, el evento no acaba de despertar el entusiasmo deseado. El proyecto de macronacionalidad europea se entiende de forma distinta a orillas del Támesis que del Rin o el Sena, y aun dentro de los Estados las concepciones son muy diferentes entre los distintos grupos de ciudadanos. Hasta aquí nos movemos en la dinámica normal de las sociedades democráticas, menos normal puede resultar la indiferencia, cuando no el claro posicionamiento antieuropeo.

Dentro de casa, nuestra casa España, cualquier pretexto es bueno para marcar diferencias por aquellos que suspiran por ser distintos, están en su derecho de hacerlo, pero como buenos demócratas deberían hacer la pertinente lectura de los resultados que obtengan. Ganas dan de en una pirueta ucrónica, colocar a Zumalacarregui y Cabrera en sendas listas nacionalistas al parlamento europeo. Por tener de todo, contamos con candidatos que quieren transformar el Mundo en un paraíso, edén constituido por inmensas praderas verdes, donde pastan apacibles toda la fauna silvestre, no hablan nada de la otra, pero hay que suponer que dejarán que alguna que otra vaca trisque por los prados, en fin, algo así como el país de los Elfos de Tolkien, financiado vía milagro de los panes y los peces.

En las candidaturas más substanciales, llamadas por su peso político a ser las mayoritarias, nos encontramos lógicamente posiciones muy diferentes. Lo peor de los populares es su empecinamiento en justificar los errores cometidos en las pasadas elecciones, la proximidad de estas elecciones con las generales se les está convirtiendo en una losa. Nadie pone en entredicho la importancia de la lucha antiterrorista, pero tendrá que admitirse que ésta no puede ser la base de la construcción europea. Sencillamente se confunden medidas e instrumentos, y es la perfección de los instrumentos quienes hacen más eficaces las medidas. Por otro lado, no es la mejor de las estrategias el posicionarse en clave de filias y fobias respecto a los demás estados de la UE, máxime cuando se trata de países muy próximos con los que mantenemos relaciones muy fluidas. Defender errores pasados que las urnas ya han sancionado, solo les va a conducir a la ratificación de la derrota. Tanto candidato, que sin duda es un hombre serio, como partido, están dando unas claras muestras de falta de reflejo político que a todos nos interesa que superen cuanto antes. En democracia es básico saber perder y saber ganar. Y esta sensación de noqueamiento que da el PP, perjudica al sistema en su conjunto y a ellos más.

Los socialistas, con vientos sin duda favorables, disponen de doctrina y de candidato, candidato por otro lado ya rodado en una tarea de tanta enjundia, como es la elaboración de la constitución europea. Mucho más equilibrados los socialistas en sus relaciones con los distintos países de la UE, inspiran mas confianza a la ciudadanía, lo que acabará reflejándose en las urnas.

*Ingeniero