Diputado del PSOE al Congreso por Badajoz

Dicen mucho sobre las esencias de los sistemas democráticos la naturaleza de sus campañas electorales. Porque más allá de las garantías jurídicas que regulan el proceso están los comportamientos sociales, en los que se entremezclan las actitudes de las instituciones, grupos de presión con la legitimidad y límites que en derecho les corresponden, partidos políticos y los propios ciudadanos.

A las instituciones les corresponde un funcionamiento normal en todo momento, sin que ningún proceso electoral signifique alteración alguna en el ejercicio de sus competencias. Y entre estas competencias están el cumplimiento de las sentencias de los tribunales en base a leyes legítimamente aprobadas, cumplimiento que obviamente se tiene forzosamente que hacer, respetando el marco jurídico global existente. Por esto se entiende mal la polémica que se vuelve a suscitar sobre la ejecución de la sentencia que ilegaliza a Batasuna, que bien ilegalizada está, como igualmente parece correcto intentar evitar que se burle su cumplimiento con evidentes artimañas. Otra cuestión distinta es que los miembros de Batasuna a título individual, y siempre que no estén incapacitados por ley para hacerlo, aprovechen el marco jurídico existente para volverse a reagrupar políticamente, en función de unos derechos personales e inalienables. Preocupante también resulta, por los vacíos legales existentes, el comportamiento de los grupos de presión, especialmente el todo poderoso de los medios de comunicación por su capacidad de influir. Sin duda que la división entre públicos y privados se impone, y que los primeros tienen una regulación más estricta que los segundos, aunque harina de otro costal es la interpretación de las leyes que los regulan.

En el comportamiento de los medios de comunicación privados, dependientes de un consejo de administración que legítimamente puede impulsar las orientaciones políticas que estime conveniente y esto materializarlo tanto en los editoriales como en la elección de articulistas y colaboradores; se observan sin embargo, en algunos de ellos, comportamientos, que aunque formalmente legales, perjudican el acceso a informaciones necesarias o convenientes para una cabal formación de la opinión pública. En este abuso de un derecho, conozco incluso un diario que se ha negado a publicar un artículo de un presidente regional respondiendo a un editorial del propio periódico. Independientemente del sectarismo que se demuestra, como gestor de empresa no tiene su director precio, porque siempre he creído que las polémicas aumentaban la venta de periódicos, mejorando la cuenta de resultados de las empresas. Está claro que hay gentes dispuestas a pagar por mantener la oscuridad e impedir la luz.

Los partidos políticos, ya rodados en España, salvo excepciones de algunos nacionalistas, no acostumbran a decir barbaridades, hay un comportamiento normalizado, fruto de una sociedad equilibrada y madura, que se expresa libremente, salvo en Euskadi. Pero esta enfermedad de los territorios vascos, ya crónica, necesitando tiempo para su cura y un marco de firmeza, unidad y consenso para combatirla, marco que afortunadamente tenemos.

Y nosotros los ciudadanos, que hemos aprendido que la convivencia y la tolerancia son los valores máximos de una sociedad, huiremos de cualquier clase de crispación, que no se corresponde con la sociedad serena y segura a la que pertenecemos, que aun distando mucho de ser una arcadia feliz, ha avanzado lo suficiente, para ir confiada al futuro. Abordando el proceso electoral, que es un jubileo democrático, en el clima de alegría que jubileo significa.