Como profesor, a veces me he sentido incómodo ante la visión de alumnos que llevan libros bajo el brazo con cierto aire de suficiencia. Me hace pensar en aquellos que asocian libros y estudio con el elitismo y piensan: «Llegaré a bachillerato, después a la universidad y seré de los pocos que lo conseguirán». A esta idea, perfectamente honesta, se le puede ver un matiz elitista y puede ser perturbadora para los alumnos, el profesorado y el ambiente general de cualquier instituto. Lo es para el alumnado que tiene pocos recursos económicos y también para el que tiene muchos, ya que tenderá a resolver este sentimiento elitista infravalorando los estudios que hace. Como profesor me pregunto: «¿Cómo hago para resolver esta situación incómoda?» No estaría mal sustituir la idea de elitismo por la de hacer las cosas bien, que sería hacerlas naturalmente. Hacer las cosas mal es hacerlo de manera gratuita y las razones pueden ser muy diversas. Por ejemplo, hacerlas pensando en una determinada ideología. Para terminar, pienso en el estudiante que comienza el curso con muy buena predisposición. Naturalmente, su profesor quiere prolongarla y le dice que si llega a la universidad tendrá más posibilidades de trabajo o bien más satisfacción personal (elitismo). En este caso, es más conveniente decirle a este tipo de estudiante que querer hacer las cosas bien supone intentar entender lo que estudia. El elitismo no puede cuajar en institutos con alumnos de clase media-baja, porque apenas acabarán la ESO, pero tampoco en institutos de clase media-alta porque, entre otros efectos, disminuirá la efectividad del aprendizaje.