Hay un colectivo que de forma callada está trabajando como siempre, o más, y que en estos momentos son personas muy necesarias, incluso imprescindibles. Son las cuidadoras de ancianos. Lo que llamamos «internas». Normalmente son mujeres --y algunos hombres-- emigrantes, extranjeras, las españolas tienen familia o trabajo y no pueden hacerlo, ni tampoco cuidar a sus mayores. Ni ir a sus casas solo cada siete o quince días. La asociación está, lógicamente cerrada, pero sabemos de la mayoría y son un ejemplo para todos. Aunque podían elegir entre quedarse unas semanas en sus casas o quedarse en casas de sus jefas, normalmente han decidido quedarse con ellas y no dejarlas solas, incluso las que solo trabajaban de día o solo para dormir. Algunas señoras tienen hijos, pero como las chicas las cuidan día y noche, ahora no van ni de visita, evitando contagios a sus niños y de paso a sus ancianos. Hay familias que han llamado dando las gracias por la actitud de sus empleadas y la tranquilidad que les han reportado, por eso, felicitamos a esas personas que, por encima de sus obligaciones, han dado la talla, incluso con riesgo de su salud, y lo hacen además con paciencia y cariño. Aunque tan aisladas, ni se enterarán. Desde aquí, nuestro aplauso más sincero.