En el instituto estamos pensando en hacer una porra, no para la Copa del Rey, sino para el futuro gobierno. Quien más quien menos, todos sabemos cómo piensa cada cual y no se trata de perder una buena relación por una opinión. Mas, como la etapa de Gobierno en funciones se alarga, la intriga crece y ya en cualquier tardío momento de relax en la mesa camilla, al final de la jornada o poco antes de acudir a la última clase, se desliza la pregunta, no sobre nuestras preferencias sino sobre nuestro pálpito: "¿Tú qué crees que va a pasar?"

A menudo es imposible anticipar un resultado sin opinar sobre los protagonistas. Yo, que soy de derechas pero el nervio me puede, pontifico sin reparos que Rajoy ha estado inactivo, que se ha dejado comer el terreno, que tenía que haberse esforzado y que no ha sabido dialogar.

Otros, en cambio, arguyen que para qué iba a hacerlo si se le habían cerrado previamente todas las puertas. Los hay que entienden estos portazos porque la corrupción es ya espantosa -como si el PSOE no tuviera una historia similar por mucho que la prensa toda y sus posibles aliados hayan decidido de pronto perdonar los ERES y demás episodios malolientes en pro de un supuesto progresismo de boquilla hipocritona, digo yo-.

Los hay que apoyan a Podemos: "son los indignados y hay mucha gente muy enfadada". Y algún otro centroizquierdoso, dicho con todo respeto, opina que Iglesias no quiere un verdadero pacto con el PSOE por mucho que se le llene la boca con él. "¡Si no hace más que insultarle! ¿O es que él es así? Un soberbio".

Yo creo que sí quiere un pacto y que sí es así. Tiene prisa y ansia de mando vicepresidencial para llegar al todo casi en nada. Le comprendo. Lo que no entiendo es cómo Sánchez soporta con esa sonrisa beatífica que le llame hipócrita al menos veinte veces en cada comparecencia ni su rosario de insultos y humillaciones condescendientes en el día a día mediático. Algunos dicen que es por el ansia que tiene Pedro de ser presidente. Yo, por sus últimos contactos con Ciudadanos, preferiría creer en su buena intención.