Mucho se habla en los últimos tiempos de la necesidad de los creativos, de las personas ingeniosas capaces de avivar la creatividad, en un mundo diverso que debemos aceptar y no temer. Probablemente el slogan de la imaginación al poder , nos venga a pedir de boca en un planeta absorbido por la estupidez del consumo. Precisamente, coincidiendo con el Año Europeo de la Creatividad y la Innovación, un grupo de pensadores europeos, apunta que "si Europa no quiere perder comba en un mundo que cambia con rapidez y superar desafíos tales como la crisis económica y el cambio climático, debemos, entre otras cosas, reinventar la educación, transformar los centros de trabajo en centros de aprendizaje, fomentar la innovación, pensar globalmente y pasar a una economía ecológica". Las cuestiones no son baladíes y considero que vale la pena reflexionar sobre ellas.

Pienso que hacen bien los embajadores de la creatividad en llamarnos la atención sobre lo vital que es un mundo cultivado para comprender y aprender a ver en la naturaleza algo más que una simple fuente de riqueza y de explotación. Tenemos necesidad, pues, de dar sentido moral a los tiempos actuales y al desarrollo de la humanidad. De lo contrario, corremos el riego de ser una sociedad de individuos que no atiende a sus semejantes como parece en ocasiones que así es.

A punto de expirar el año 2009, que la Unión Europea quiso dedicar a la creatividad e innovación, pienso que ha servido de muy poco. Todo se ha quedado en palabrería. El verdadero cambio en la sociedad y en la economía lejos de producirse, camina a la deriva, sin rumbo y con escasa inversión en el verdadero conocimiento. Son tiempos de ruptura cicatera más que de respeto a las identidades culturales, de cerrojos al pensamiento libre, de estímulos a las desigualdades, de politización excesiva y de mercadeo egoístamente interesado. Ahora lo que se viene acrecentando en buena parte del mundo, para desdicha de todos, es el aniquilamiento del que piensa distinto, el fracaso de los jóvenes, la tristeza y el abandono de la persona a la que se le ha robado su talento creativo, no dejándole ser lo que quiera ser y como quiera ser. Libertades perdidas, esclavitudes ganadas. Es lo que entra por los ojos a poco que uno mire a su lado.