XExra cuestión de tiempo. Finalmente la empresa privada se ha introducido en las aulas públicas. No hay más que ver la ingente deuda que la administración educativa extremeña ha contraído con el Corte Inglés a costa del equipamiento informático de los centros de enseñanza. Es de sentido común pensar que si los ordenadores se quedan obsoletos y hay que cambiarlos, esa deuda será, entonces, permanente.

Cabe preguntarse: ¿la calidad de enseñanza es directamente proporcional al equipamiento tecnológico? ¿El equipamiento informático de todas las aulas de enseñanzas medias extremeñas es positivo, cuando se quedan las arcas del reino tan dañadas que la Consejería de Educación tiene que ahorrar dinero mandando tarde a parte de los profesores interinos que los centros solicitan...? ¿Es, realmente, la dotación informática por aula tan imprescindible cuando algunos centros se caen literalmente, tienen goteras y la dotación económica para su gestión es insuficiente? Es cuando menos surrealista ver, en algunos centros de Primaria, ordenadores nuevos apilados en una sala mohosa, con la puerta carcomida de años y el contador temblando a la espera de morir cuando todos los aparatos sean enchufados, a menos que se aumente la potencia contratada y de paso el gasto eléctrico.

Se dan situaciones grotescas como que un profesor de lengua que imparta cuatro sesiones en 2º de ESO y utilice los ordenadores una sesión se ve obligado a pasar las otras tres sesiones con el estorbo de un aparato incrustado en una mesa, cuyo espacio sobrante es insuficiente para colocar el material básico de la clase. Sin olvidar que el teclado y el ratón, aunque el ordenador esté apagado, son instrumentos utilizados por los alumnos como objetos de distracción.

Sin duda la informática es una tecnología con un alto valor educativo, es un interesante instrumento de aprendizaje, pero no es menos cierto que el ámbito de utilización de esta tecnología debería ser las aulas de informática. El aula normal debe ser un espacio susceptible de ser cambiado; en donde se puedan realizar, por ejemplo, diferentes agrupamientos de alumnos. Actualmente con las mesas específicas para los ordenadores el agrupamiento viene dado, es uno y no se puede cambiar; convirtiendo las aulas en rígidas salas con aire de oficina.

La calidad de enseñanza está íntimamente relacionada, en primar lugar, con la dotación de personal docente cualificado que imparta docencia en el área para la que está habilitado; y en segundo lugar, todo lo demás. Los gestores educativos parecen desconocer esta sagrada premisa.

La dejadez de lo educativo viene acentuándose desde hace años; en Extremadura los presupuestos dedicados a educación son cada vez más cicateros, el fracaso escolar es imparable, la ratio de muchos centros es exagerada... a este largo etcétera hay que sumar la vergüenza de la indisciplina y de la falta de respeto a los docentes en las aulas que va camino de ser la normalidad diaria, mientras la administración mira hacia otro lado y se cuelga ficticias medallas, y los demás culpables, todos, esperamos pacientes que el sistema reviente, pues será cuando la administración se avenga a buscar soluciones.

En este concierto de desatinos los interinos ocupan el último escalón, cada año asistimos al fusilamiento profesional de muchos de ellos, pese a que durante años tuvieron el reconocimiento de válidos para la docencia otorgado por la administración. La validez para el desarrollo de la actividad docente es más legítima cuando ha sido demostrada en el ejercicio diario de la docencia, y no por la repetición memorística de una serie de contenidos. Si esta realidad no está recogida en la ley, esa ley no es buena.

Desconfío de los gerifaltes y, sin duda, de aquellos discípulos protegidos de la administración que levantan voces contra los interinos, diciendo cosas como: que estudien , ¡qué se piensan... que le vamos a regalar la plaza! ... La ignorancia les corona; a estas alturas todos sabemos que la subjetividad de los tribunales forma parte del fusilamiento al que antes hacía referencia.

La calidad del maestro es el factor más importante en el aprendizaje del discente, para ello la Administración debe promocionar el desarrollo profesional. Una variable imprescindible para conseguir dicho logro es retener a los maestros con experiencia, es decir, retener a los docentes interinos. No se puede emprender una supuesta revolución en busca de la calidad de enseñanza, pero a la hora de la verdad dejar todo en manos de la entropía. No se puede cambiar a docentes curtidos por otros en proceso de aprendizaje, cuando los maestros sustituidos o sacrificados pudieran muy bien ser mentores de sus sustitutos, nunca viceversa; esta realidad perversa define tristemente el interés real que sobre lo educativo tienen los grandes jefes, más preocupados de su imagen política que de la educación de nuestros hijos. Una prueba de esta aseveración es el guirigay montado en derredor de la especialidad de Primaria; cualquier docente puede ser maestro-tutor de Primaria, pero nunca viceversa. Se da, en la docencia real, un hecho de dudosa legalidad: cualquier título de magisterio conlleva la obtención, también, del de Primaria. Es una barbaridad, dado que la especialidad de Educación Primaria tiene un currículo diferenciado y su título es otorgado después de cursar los tres años necesarios, pero actualmente, la especialidad de Primaria es regalada, como título anexo, a todo el que obtiene cualquiera otra especialidad. En este contexto pervertido las materias básicas (Matemáticas, Lengua, Conocimiento del Medio) para las que se preparan los verdaderos profesores de Primaria, quedan relegadas. ¿Pudiera ser esta realidad una de las causas de que España campee por los últimos puestos en resultados escolares en Europa? No olvidemos que para que un alumno realice una buena educación secundaria, debe haber realizado una buena educación primaria.

*Vicepresidente del Sindicato del Profesores Extremeños PIDE