TSte dice que el voto de estas últimas elecciones ha sido emocional. Se condena que la gente se haya movido únicamente por el corazón, tras la masacre madrileña, sin analizar racionalmente el voto, lo que rebajaría la calidad del mismo.

Sería inútil aducir aquí que sólo se ve correctamente con el corazón y nulo resaltar que este análisis del voto emocional huele a rancio. Hace tiempo no se dejaba votar a la mujer porque se mantenía su pertenencia al grupo de población emocional, vehemente, esclavo de los instintos y las emociones y vivía al margen de la razón, como los inocentes y los niños. Tales argumentos fueron defendidos por relumbrantes filósofos y por partidos políticos tenidos por progresistas que retrasaron el derecho al sufragio femenino.

Retomarlos ahora no hace más que describir la dureza de ciertas cinturas democráticas endurecidas por su creciente oxidación: es lugar común que el papel desempeñado por los sentimientos en la vida mental ha sido el gran continente inexplorado de la psicología científica, que habla hoy de las habilidades de la inteligencia emocional, tales como un mejor autocontrol y una mayor capacidad de discernimiento e infiere que a mayor sensibilidad, más sabiduría y más rapidez de procesamiento mental de los acontecimientos.

*Filólogo