A partir de hoy están prohibidas las encuestas electorales y he oído a algún periodista de esos que en otros ámbitos piden --cargados de razón y además con razón-- que se cumplan las leyes, que para eso están, que esa, concretamente, es una leyecilla absurda que nadie se ha molestado en cambiar y que lo mejor que pueden hacer los directores de periódicos es ponerse de acuerdo y desobedecerla. Y una, que ama la coherencia, se pregunta qué diferencia a este sesudo director de la razón y tertuliano que parece siempre por ley divina estar en posesión de ella, del exdiputado del reino de España, Gabriel Rufián , ese cuya voz parece salir siempre de una tinaja, según Rosa Belmonte , o de los desobedientes y despeinados de la CUP, que ley que hay, ley que conculcan, al menos hasta que consigan esa república tribal y libertaria con la que sueñan.

Una cree que las leyes, en los Estados de derecho como es España, hay que cumplirlas o alcanzar el consenso para cambiarlas en la sede e institución destinada para ello. Lo otro es un despropósito y una falta de respeto democrático que lleva a un callejón sin salida. Lo diga Agamenón o su porquero.

De todos modos, desobedecer las leyes esas de las encuestas es muy díver. Se trata, como en épocas represivas de utilizar el ingenio para eludir la censura. Un medio nacional encarga una encuesta, se manda que se publique en Andorra, que es otro país y ya. O se publican y se hace viral en las redes los cuadraditos correspondientes tan vistosos con la berenjena morada, la naranjita, la gota azul, la fresa o el tomate. Al final de la escapada, las empresas demoscópicas siempre podrán decir el domingo, si no han acertado, que las tendencias cambiaron en los últimos días. Hasta la próxima cita electoral, que puede ser una tercera repetición de lo mismo si los cuatro líderes impertérritos no lo remedian, en que seguirán publicando datos y haciéndose de oro.

Tal vez sea lo mejor, porque, como ya es del dominio público, el consumo sube, el paro baja y la Selección gana. Así que sin gobierno, no se está tan mal.