Recién levantada, y antes de encender la calefacción, me disponía a despejarme con una estimulante ducha, a esa justa temperatura cuyo abrazo cálido te reconforta al tiempo que te despierta, cuando en segundos el agua estaba gélida. Se habían acabado las bombonas de propano que alimentan la caldera. En la radio debatían sobre el corte ilegal de suministro de petróleo ruso con que, días pasados, Bielorrusia ha hecho temblar a Polonia, a Ucrania y a Alemania, para presionar una negociación favorable con la compañía suministradora, Transneft. En Bruselas, donde aún se recuerda la crisis del pasado enero, hace ahora justamente un año, cuando Rusia interrumpió el suministro de gas a la Unión Europea, por desacuerdo sobre el precio con Ucrania --llave de paso del 80% del gas que Europa importa de Rusia-- están empezando a tomarse en serio la dependencia energética europea.

En España el panorama no es muy diferente, y aunque la tendencia productiva energética es, debido al Plan de Energías Renovables (PER), ascendente, y nuestras condiciones climatológicas y latitud hacen posible el incremento de esta tendencia, todavía importamos casi un 80% de la energía que consumimos, y aún somos uno de los países europeos más alejado de cumplir el Protocolo de Kioto.

La polémica sobre la inconveniencia de depender energéticamente de terceros, ha pasado de ser una preocupación de las élites, a formar parte de las conversaciones de barra del bar de la esquina .

Para algunos países, como Francia, no hay duda de que la alternativa a la dependencia energética está en la utilización de la energía nuclear. La alemana Angela Merkel , por su parte, advierte a los socios de la UE contra la dependencia unilateral de los países suministradores, y ha dicho textualmente que "debemos ahorrar energía, apostar por las renovables y, por supuesto, reflexionar acerca de las consecuencias del cierre de centrales nucleares".

En España hay que contemplar el problema desde dos ópticas, pues mientras el país en su conjunto es deficitario, y necesita por tanto replantearse los criterios de producción energética, obligando al Gobierno a adoptar las medidas necesarias tendentes a conseguir un mayor grado de autonomía, no siempre populares, el desequilibrio entre la producción y el consumo interno, es abismal, entre las distintas comunidades autónomas.

XASI TENEMOSx que mientras Castilla y León (con 19.016 GWh exportados en el 2004), junto con Extremadura (13.331 GWh) son las regiones españolas que más energía eléctrica exportan , seguidas de Galicia, Asturias, y Castilla-La Mancha, entre otras, Madrid, Valencia, País Vasco, Andalucía, Cantabria y Murcia son comunidades autónomas deficitarias en energía eléctrica.

Es un problema delicado, porque si optamos por replantearnos la explotación de plantas nucleares, cuya presencia implica evidentes y no despreciables riesgos, habría que distribuir las centrales, y los cementerios nucleares, en función de las necesidades de consumo energético, procurando en lo posible, compensar los desequilibrios actuales, y sin perjuicio de satisfacer a las comunidades, que hasta ahora han cargado unilateralmente con la producción de la energía eléctrica consumida por el resto del país, con compensaciones económicas por el esfuerzo realizado hasta ahora. Pero además depender del uranio enriquecido y de la tecnología de países extranjeros tampoco soluciona el problema de la dependencia energética.

Y sin embargo la diferencia entre ser excedentario o deficitario de energía, es crucial en el plano económico, y sobre todo determina el grado de dependencia exterior desde el punto de vista estratégico, motivos por los que países como Méjico, Venezuela, o Bolivia han nacionalizado o asumido el control de sus hidrocarburos.

Cuando hube cambiado las bombonas, con un simple giro de la válvula distribuidora, y mientras en la tertulia radiofónica el abanico de comentarios barría desde la próxima estatalización de la electricidad y la telefonía prevista por Hugo Chavez , hasta el compromiso de Gobierno socialista, de Zapatero , y de Ibarra de cerrar la Central Nuclear de Almaraz en el 2010 --cuando acaba la última prórroga concedida en el 2000-- encendí, con la simple pulsión de un botoncito, la caldera de propano, dejando que la costosa llama me devolviera al cálido confort que calienta nuestros hogares en el frío invierno. Luego, amortiguado por el ruido de la ducha ya apenas distinguía al tertuliano recordando que de los 300 millones anuales del IVA de la extremeña y vieja Central de Almaraz, los extremeños no han visto ni un duro desde el inicio de su actividad en el setenta y nueve, pues para mayor escarnio, la empresa propietaria tiene la sede social en el País Vasco.

*Profesora de Secundaria