WDw esde que la primera gran crisis del petróleo, a mediados de los años 70, golpeóa las economías occidentales, se ha convertidoen un tópico la referencia al desarrollo de las energías eólica y solar para suplir en parte las importaciones de crudo. Se trata de una política altamente recomendable para países que, como España, tienen una enorme dependencia del petróleo, hasta el punto de que las fluctuaciones de los precios del barril tienen una fuerte incidencia en la marcha de la inflación. Sin embargo, pasarían muchos años desde el estallido de aquella crisis hasta que los molinos de viento y las placas solares salieran de las reivindicaciones ecologistas y de iniciativas minoritarias para convertirse en un poderoso sector económico que crece a fuerte ritmo y que empieza a aportar un porcentaje significativo de la potencia instalada en el país.

Grandes empresas como Iberdrola y Acciona están realizando importantes inversiones en un sector de indudable futuro. España tiene el clima y la geografía apropiados para que esas producciones de energías limpias sean suficientemente elevadas como para hacer rentables las grandes inversiones necesarias.

Los resultados del estudio Energía rural , avanzados estasemana por el colectivo conservacionista extremeño Adenex, indican que en Extremadura, la implantación de este tipo de energías puede constituir una importante fuente de puestos de trabajo, además de ser una herramienta con la que fomentar el desarrollo socioeconómico del medio rural extremeño.

El año pasado se invirtieron en el sector de lasenergías renovables 2.300 millones de euros, el doble queen el 2005, y fueron instalados 1.587 megavatios de energía procedente de parques eólicos (un 15,8% más que en el año anterior). Ese ritmo, pese a ser alto, es todavía insuficiente para alcanzar los objetivos aprobados por el Gobierno en el Plan de Energías Renovables, que prevé tener 20.155 megavatios instalados en el 2010, cuando a finales del 2006 había 11.615, es decir, poco más de la mitad. Otro tan ocurre en el capítulo de las placas solares.

Para poder alcanzar el objetivo es necesario que desde la Administración se gestionen con diligencia aspectos como la conexión de las plantas de energías renovables con la red energética global y que se eliminen las trabas burocráticas que estrangulan al sector. Esta reflexión vale también para ayuntamientos y comunidades autónomas, que tienen muchas competencias en la concesión de permisos y en la regulación de instalaciones.

La creciente presión al alza de los precios del petróleo y la necesidad de controlar las emisiones de gases a la atmósfera para ralentizar el cambio climático hacen que la mirada esperanzada vuelva a dirigirse, esta vez con bases más sólidas, a las energías renovables.